Marián y Carlos Mouriño se han reincorporado a los desplazamientos europeos del Celta, semanas después de perderse la visita a Zagreb por compromisos personales en México, donde reside buena parte del clan familiar.
La presidenta del Celta y su padre también viajaron juntos el pasado mes de septiembre a Stuttgart, donde el equipo vigués reiniciaba su periplo europeo ocho años después del viaje a Mánchester para disputar la semifinal de la Liga Europa en Old Trafford frente al United que entonces entrenaba José Mourinho.
Aquella noche de mayo de 2017, Marián Mouriño no pudo asistir a uno de los partidos más importantes de la centenaria historia del Celta. La actual dirigente céltica residía en México y entonces todavía le restaban seis años para tomar el relevo de su padre al frente del club gallego. Aquella eliminatoria agridulce, que supuso el adiós del técnico Eduardo Berizzo, llevó a Iago Aspas a prometer que el equipo celeste regresaría Europa. Y el capitán del Celta pudo cumplir su promesa en la memorable noche de Getafe de mayo pasado llevando en volandas al conjunto de Giráldez a su clasificación para Europa.
De nuevo, la familia Mouriño puede disfrutar de partidos internacionales por el viejo continente. En esta ocasión a unos 3.700 kilómetros de Vigo, acompañada de varios directores de área del club, pero esta vez sin más miembros del consejo de administración del Celta, que suelen alternarse en los viajes del equipo.
Quién sí viajó en el avión (de nombre Alba Star) que trasladó al Celta desde el aeropuerto de Peinador hasta el de Varna fue el cuadro que el Celta regala esta temporada a sus rivales europeos y que representa al Sireno vigués junto a un monumento singular de la ciudad del equipo al que se enfrentan los celestes. En Razgrad están muy orgullosos de su singular torre del reloj, de 26 metros de altura, construida en el siglo XVIII y reformada en 1864.
