Carlos Mazón dimitió el lunes, pero ahí sigue, como presidente en funciones de la Generalitat y también como presidente del PP de la Comunitat Valenciana. Mazón continúa como principal autoridad en ese territorio un año después de la tragedia de la dana. Inconcebible desde muchos puntos de vista.
El dolor, la rabia y la indignación que se pusieron de manifiesto la semana pasada en el funeral de Estado por las víctimas de las inundaciones obligaron a Alberto Núñez Feijóo a presionar a Mazón para que deje sus cargos. Feijóo estuvo en la ceremonia en València y lo vivió en directo. Durante 12 meses la prensa ha subrayado la imposibilidad que tiene el líder del PP nacional de quitar al político alicantino el cargo en la Generalitat. Solo puede arrebatarle su otro puesto relevante, el de jefe del PP en la Comunitat Valenciana, pero Feijóo no lo ha hecho por ahora. No le ha montado una gestora (dirección interina), una herramienta con la que podría haber subrayado su censura a Mazón: algunos barones y altos cargos dicen que por el respeto sacramental del gallego a la autonomía del partido en cada territorio (aunque ahora está negociando directamente con Abascal la Comunitat Valenciana…); otros consideran que por miedo a una revolución de los dirigentes provinciales.
Si Feijóo no alcanzó la Moncloa en las elecciones del 2023 fue en gran parte por culpa de Mazón y su pacto exprés con Vox. El acuerdo permitió que Pedro Sánchez (PSOE) hiciera del miedo a la ultraderecha uno de sus ejes de campaña. Aquella fotografía no dista demasiado de la que están ofreciendo ahora los populares, quienes, tras el anuncio de Mazón de que dejará la Generalitat, están buscándole un sustituto que también bendiga Vox, ya que sus votos son necesarios para la investidura.
Llama la atención que, por un mal cálculo político del PP, un año después de la tragedia, se esté retransmitiendo en directo la negociación con la ultraderecha. Abascal puede querer alargar ese tira y afloja para demostrar que tiene poder de influencia y ganar fuelle ante las primeras elecciones en el horizonte: las de Extremadura. Justo un día antes del funeral de Estado de València, María Guardiola convocó a las urnas para el 21 de diciembre.
En el partido saben que, por la sociología extremeña, el pacto y las posibles cesiones de Feijóo a Vox tendrán impacto en los ciudadanos y el PSOE intentará aprovecharlo. En estos momentos, la media de las encuestas dan empate a 28 escaños para populares y socialistas. En marzo se esperan las elecciones en Castilla y León, y, antes de junio, las de Andalucía. Además, la Comunitat Valenciana es un caladero clave para el PP en las generales. Las consecuencias tendrán alcance nacional.
A principios de mayo, Feijóo tenía decidido hacer el congreso interno del PP en julio y negociar la salida de Mazón en verano, la estación más propicia en política para lavar los trapos sucios. El 12 de junio, sin embargo, con la caída del entonces secretario general del PSOE, Santos Cerdán, por corrupción, Feijóo auguró por enésima vez que Sánchez estaba acabado y echó el freno a su decisión. “Si alguien tenía dudas de que había una trama mafiosa detrás del Gobierno, supongo que se habrán disipado”, dijo.
Los graves indicios de corrupción sobre Cerdán y su antecesor en el cargo, José Luis Ábalos, llevaron a Feijóo a no mover ficha ni distraer la atención sobre el PSOE. ¿Para qué activar la delicada operación para relevar a Mazón si Sánchez iba a saltar?
Si no se quiere llegar a elecciones en la Comunitat Valenciana (y Feijóo no quiere: los populares podrían ser tercera fuerza, una muestra de debilidad terrible ante el nuevo ciclo electoral), el PP debe cerrar en los próximos días un acuerdo con Vox sobre el candidato a suceder a Mazón. Los dos nombres mejor posicionados son el de Juanfran Pérez Llorca, secretario general del PP de la Comunitat Valenciana, y María José Catalá, alcaldesa de la capital. Esta última es la favorita de Feijóo, pero Vox no la quiere ni ver, así que Llorca es el que tiene más posibilidades. El temor en Génova es que Abascal, para hacerse valer, rechace una investidura ‘rápida’ y, en vez de apoyarle en la primera vuelta (se necesita mayoría absoluta), salga en la segunda vuelta (con mayoría simple)
“Quédate en silencio todo el tiempo que puedas”. Es un lema del político gallego, según ha revelado él mismo en un podcast (“CEO de España”). El tiempo dirá si, para los valencianos, para el PP y para su propio liderazgo, los meses que Feijóo ha aguantado callado han sido demasiados.
Subscribe to continue reading
