El que haya seguido la trayectoria del Real Madrid esta temporada sabe que el impulso de los resultados era lo que daba cohesión a un proyecto alérgico a las críticas. Incluso en los mejores momentos han existido grietas en una vasija que Xabi Alonso quiso modelar con una serie de argumentos que han desaparecido en los últimos partidos. El técnico vasco, quien aseguró al principio de temporada que nadie era titular fijo en este equipo, está cayendo en los mismos vicios que redujeron el año pasado el Madrid a un equipo de galería para el talento. Vallecas, con orgullo obrero e inteligencia, retrató el aburguesamiento del líder.
El despegue activa la señal de emergencia
En el campo en el que han fracasado los supuestamente grandes en sus últimas visitas los enchufes no siempre funcionan. Hay grietas de las que se ve el inicio y no el fin. Toallas de colores y un Wi-Fi que hay que coger al vuelo. Pero lo que siempre está encendido es el compromiso guerrillero de un club al que no le falta de nada en el campo. Línea por línea, el Rayo de Iñigo Pérez demostró ser un equipo superior a un Madrid que, cuando creía haber emprendido el vuelo, ha terminado por activar la señal de emergencia.
Xabi Alonso se pasó todo el tropiezo de Vallecas pidiendo a los suyos que se juntasen. Lo único que encontró fueron banderas a media asta entre una tripulación que se ha vuelto descreída. Esto ha terminado por agriar su carácter, que ya había sido violentado con los cambios de Vinicius o el comentario de Valverde diciendo que no quería ser lateral. Algo que ha terminado por aceptar el uruguayo, quien volvió a demostrar que está al límite de sus fuerzas. No dejó de llevarse las manos y terminó haciendo de tripas corazón.
Lo único que le funcionó al Madrid, con chispazos, fue el carácter de un Vinicius, quien se ha saltado la disciplina de partido que exige Xabi Alonso. Es el único con capacidad para desarrollar un discurso propio del que se pueda beneficiar el resto, por su poder de atracción. Por eso Vallecas le buscó con el soniquete del “Balón de Playa”, pero no hizo falta, porque el partido acabó cayendo por peso propio encima del Madrid. Todo ello, mientras Xabi Alonso gesticulaba remates que no llegaban a buen puerto, como el de un Asencio que vivió su primer aniversario como jugador profesional.
La coartada de la camiseta de Bellingham
Al Madrid se le están volviendo un tormento los desplazamientos en corto. Ante la falta de juego, volvió a asomar el fantasma que coge forma cuando las cosas no salen bien. El de las protestas arbitrales que no salieron en otra tensa rueda de prensa, pero que empezaron a deslizarse en la primera resaca del partido. Dos agarrones en los que no intervino el VAR y que darán contenido audiovisual para la televisión oficial del club contra Munuera Montero. Los dos, de Chavarría, a Bellingham y Mbappé.
Un modo de montar una coartada acompañada de pruebas como la camiseta rota del inglés, quien también participó en el forcejeo. El ‘caso Negreira’ para reabrir el debate arbitral que, según una parte del club, provocó el ‘sorpasso’ del Barça la pasada campaña. Mientras el Bernabéu se pone el techo retráctil para las críticas que puedan arreciar, en Vallecas se ha declarado la independencia del resto de actores de LaLiga. Hay un universo propio que solo se disfruta y se vive desde dentro. Hasta el peor de los días en el barrio se vuelve felicidad en Vallecas, quien, alto y claro, gritó la independencia de un barrio por el que el Madrid no pasa desde hace años sin tener que pagar la cuenta.
