Desde hace unos 40 días, hay un equipo en la Primera FEB que, semana tras semana, va marcando cruces y desbloqueando objetivos impensables hasta para los más optimistas. Este equipo es uno que hace escasamente menos de un año parecía desahuciado, sin un rumbo claro y con un proyecto que se tambaleaba.
Hablamos del HLA Alicante, un grupo que solo sabe mirar hacia arriba y que está haciendo del colectivo su gran virtud. En la figura de Rubén Perelló reside gran parte de este mérito, motivado sin duda por un cambio radical tanto en el compromiso como en la actitud.
Son cuatro victorias en cinco partidos lo que ha catapultado al Lucentum a la parte alta de la tabla, una situación con la que, quizás, muchos no contaban. Los fantasmas del pasado eran grandes y por mucho que se hiciese un lavado de cara al final, las sombras eran alargadas y seguían sobrevolando el Pedro Ferrándiz. Es difícil olvidar el pasado y después de haber navegado por las mayores penurias en el pasado más reciente, lo habitual podría ser andar con pies de plomo o abonarse al escepticismo.
Nada de ello, el Lucentum 2025-2026 está dando todos los motivos del mundo para lanzar las campanas al vuelo y como no podría ser de otra forma, la afición se lo está empezando a creer. Pero es que, para más inri, ya no solo es la parroquia alicantina la que cree, sino que hasta los más expertos y especializados en el tema están empezando a pronunciar el “ojo con el HLA Alicante este año”.
Apretar los dientes
El último encuentro ante Palencia elevó el techo de este equipo gracias a una demostración de lo que se venía haciendo hasta la fecha, apretar los dientes y luchar hasta el final. La victoria fue de un mérito tremendo, pero el hecho de sacar el partido adelante sin la ayuda de tu principal estrella, lo hace más especial.
La tónica de la temporada era sencilla, el Lucentum ganaba y Larsen se lucía partido tras partido, pero el pasado viernes se desbloqueó un nuevo poder, la capacidad de ganar sin el danés. Cuando las habichuelas empezaban a quemar, Perelló sentó a Larsen sin motivo aparente de lesión o de problemas con las faltas personales. La jugada le salió bien, pues el partido pedía potencia y poderío para contener los envites de un Palencia que hasta la fecha estaba intratable como local.
Aparecieron nombres como Deng Geu o Boubacar Coulibaly para aportar esa exuberancia que, bien por edad o bien por cuestiones físicas, el danés no puede igualar. A falta de los puntos de Larsen, 19,75 por encuentro hasta el viernes, aparecieron los de Jordan Walker, un preludio quizás de lo que apunta a ser capaz de hacer el norteamericano de 28 años. También dieron un paso adelante figuras como Sebastian Aris, encargado de frenar en seco el arreón palentino o Tucker Richardson, un activo que poco a poco se está empezando a asentar de la mejor manera en los esquemas.
Se ganó a Palencia, uno de los principales candidatos a ascender a ACB, con muchas figuras y muchos nombres sobre la mesa, pero por encima de todo destaca una virtud, el poder del colectivo. Rubén Perelló ha sabido transmitir a sus guerreros que, cuando hace falta ponerse el mono de trabajo y bajar al barro, se debe hacer si se quiere soñar con algo grande. Todo por el bien del equipo y con unos roles claramente asignados.
Los grandes vestuarios suelen ser los primeros en llegar a la meta y conseguir los resultados. Un solo jugador no puede guiar a un equipo hacia el objetivo, pero un grupo con muchos activos que aportan desde diferentes ámbitos, sí. Todo parece indicar que Larsen va a seguir de dulce y luciéndose esta temporada, pues hablamos de un jugador de categoría superior, pero el colchón de tener una plantilla preparada para cualquier situación te da una dosis de tranquilidad ante días malos de tu estrella.
Las variables y los condicionantes, por el momento, están del lado alicantino, por lo que la pregunta empieza a ser obligatoria. ¿Y si este año es del Lucentum?
