En el fútbol, siempre ha habido y habrá grandes diferencias —tanto económicas como deportivas— entre los clubes más grandes y poderosos; y los más humildes y modestos. Pero también, esas desigualdades, suponen un aliciente más para estos equipos más pequeños que quieren demostrar que, sin esa calidad y jugadores estrellas, pero… con trabajo, sacrificio y compromiso de todos, se puede competir a cualquiera. No sería la primera vez que un equipo menor sorprende a uno de los miuras europeos, pero, concretamente, en España, son muchos los casos de hazañas históricas que estos logran dejando una huella imborrable en su historia. En esa tesitura, entra en juego este Levante UD en su vuelta a Primera División. De momento, han mostrado una imagen valiente, competitiva y combativa ante cualquiera, pero sin esos resultados tan necesarios para lograr el ansiado objetivo de la permanencia. Sin embargo, al conjunto granota le está faltando ese equilibrio defensa-ataque, con una contundencia equidistante entre ambas áreas. El potencial ofensivo es innegable: capacidad goleadora en esos 16 tantos; pero unos problemas defensivos evidentes: segundo equipo que más encaja de LaLiga, con 23 goles.
Ante ello, en esta búsqueda de estabilidad entre el lado ofensivo y defensivo, aparece una faceta que a veces no se le da la importancia necesaria, pero que es fundamental, tanto para fortalecerse como para marcar la diferencia en ataque: el balón parado. Esta vertiente futbolística es clave, y más si eres un recién ascendido, que necesitas ser efectivo en ataque y fuerte en defensa. Para ello, esa otra herramienta del fútbol puede ser favorable o desfavorable, sumar o restarte. Por ello, alinearla correctamente puede ser decisiva en los transcursos de los encuentros. Tanto es así que, el propio Calero, en la rueda de prensa posterior al partido ante el Atlético de Madrid, resaltó su importancia y la necesidad de cuidar este aspecto. “Estamos trabajando mucho el balón parado. Sabemos que no tenemos ni a los mejores lanzadores, ni a los mejores rematadores. La semana pasada marcamos de córner, esta también. Es una parte más del juego que hay que intentar sacarle rendimiento. Hay que echarle las horas que le estamos echando”, comentaba el técnico madrileño. Y es que, ante todo un Atlético de Madrid, y a pesar del resultado final, los de Orriols completaron una defensa numantina, uno de los mejores encuentros en cuanto a lo que resistencia defensiva y solidez en el juego aéreo se refiere.
Una faceta necesaria a nivel ofensivo
El pasado encuentro liguero contra los del Cholo Simeone fue una muestra representativa de la importancia de trabajar y tener muy en cuenta las acciones a balón parado. Y así lo hizo el Levante: sacó partido de ellas tanto en el ámbito defensivo como ofensivo. En ataque, el conjunto granota exprimió este recurso en tres ocasiones: en el gol del empate (1-1) de Manu Sánchez tras un córner centrado por Olasagasti, en ese tanto de falta directa de Carlos Álvarez en los últimos minutos para poner el 3-2 (anulado por fuera de juego) y ese remate franco de Koyalipou de cabeza repelido por Oblak. Por tanto, en un momento de dominio absoluto, llegadas constantes y máxima intensidad del Atlético, el Levante encontró en el balón parado un arma afilada y lesiva, que le mantuvo vivo hasta la segunda parte y en el tramo final del partido.
En defensa, los de Calero mostraron una versión mejorada, contundente y resistente a todo el asedio del Atlético de Madrid. De hecho, en la primera parte, el tanto de los colchoneros llega en propia puerta tras un rebote desafortunado con Dela. Pero la estadística que refleja esa robustez defensiva en los centros y duelos aéreos son los córners: de los 21 generados por los rojiblancos, ninguno terminó en gol. Además, de las 24 disputas totales por el aire, 13 cayeron del lado levantinista, es decir, ganaron un 54% de las pugnas. Los goles rojiblancos llegaron en transiciones rápidas o recuperaciones en campo rival, no por remates de cabeza. Para ello, las sólidas actuaciones de Unai Elgezabal, Matías Moreno, Dela o Kervin Arriga ayudaron al equipo a repeler los continuos centros del equipo local, y sostener con seguridad y consistencia todo lo que llegaba por arriba.
Asimismo, esta temporada —tanto en Liga como en Copa— el Levante ha anotado seis goles a balón parado, en distintas acciones: ante el Atlético (Manu Sánchez, córner), Celta (Kervin Arriaga, córner), Orihuela CF (Elgezabal, córner / Morales, saque de banda largo), Girona (Carlos Álvarez, falta directa) y frente al Oviedo (Etta Eyong, jugada ensayada córner). Por tanto, los de Orriols han marcado un 31,58% de los 19 goles totales a partir de este tipo de jugadas. Estas son importantes cuando el partido se ha complicado/atascado, ante rivales de primer nivel o para romper las igualadas. Aun así, el cuadro levantinista podría sacar mayor provecho de este tipo de acciones, aunque también es cierto que tampoco exhiben una altura desmedida de cm en la plantilla como para ser una de las principales amenazas en ataque. Estos tantos siempre ayudan, por lo menos para complementar lo generado a nivel técnico/táctico en el desarrollo del juego.
Los problemas con los centros laterales
Por otra parte, este tipo de acciones a nivel defensivo son incluso más relevantes que en la faceta ofensiva, dado que disponer de una defensa fuerte y resiliente del área es clave para potenciar esas virtudes defensivas y para encadenar porterías a cero. En esta presente campaña, el Levante únicamente ha encajado tres goles a balón parado: ante el Rayo Vallecano, con ese gol de córner de De Frutos, contra el Barcelona, con ese tanto del Lewandowski de córner, y ese golazo de Mingueza producto de una jugada ensayada previa de un córner. En efecto, estos datos demuestran que el Levante, a balón parado, consigue despejar y rechazar casi todas estas acciones, con un resultado notable.
Sin embargo, los verdaderos problemas defensivos llegan, por otro lado… también asociado a estos pases al área. Es el caso de los centros laterales, una de las facetas del juego que más le cuesta defender de forma contundente y fiable a los defensas granotas. Este tipo de jugadas ha causado una parte considerable del peligro hacia la portería defendida por Mathew Ryan, y que sigue siendo una fuente de goles encajados con mucho margen de mejora. En total, ocho de los 26 goles en contra (30,8%) provienen de este tipo de ocasiones en movimiento generadas por los rivales. Estas han sido ante el Alavés (goles de Toni Martínez y Tenaglia), Barcelona (gol en propia Elgezabal), Betis (gol Fornals), Getafe (gol Juan Iglesias), Rayo Vallecano (segundo gol De Frutos), Atlético de Madrid (gol en propia Dela) y contra el Orihuela CF en Copa del Rey (3-3). En total, entre balón parado y centros laterales, son diez goles encajados dentro del área levantinista (un 38,46%), principalmente de cabeza. Muchos de ellos vienen de desajustes tácticos, zonas sin cubrir o falta de firmeza defensiva. No obstante, el Levante demostró ante el Atlético que con mejora y atención especial, pueden al menos subsanar y esconder, de la mejor forma posible, esos desaciertos consecuentes de este tipo de jugadas.
Via: Super sport
