Dani Olmo vivió en la misma jugada, en cuestión de segundos, lo mejor y lo peor del fútbol: mediada la segunda parte del partido ante el Atlético de Madrid el jugador de Terrassa aprovechó una gran asistencia de Lewandowski para enviar un remate milimétrico a la red. Era el 2-1 a favor del Barça, el gol que ponía por delante al Barça tras un ejercicio de supervivencia ante el que pasa por ser el equipo más en forma de la Liga.
Pero en el mismo momento de rematar, por el escorzo propio de estos casos, Olmo cayó al suelo. Y se hizo daño: sonrió a duras penas mientras veía el balón colarse en la portería de Oblak, muy ajustado al palo izquierdo del meta, pero el dolor se lo impidió.
Sin suerte con las lesiones, Olmo tuvo que ser sustituido de inmediato. Los médicos del Barça, con el doctor Pruna a la cabeza, intentaron que el jugador pudiera continuar, pero fue imposible. Ferran Torres le sustituyó mientras Olmo salía del campo cariacontecido, tan satisfecho por haber logrado un gol tan importante como doliente por la enésima lesión que sufre esta temporada.
Una lesión especialmente inoportuna
Si las lesiones siempre son inoportunas y dolorosas, la de Olmo llega en el peor momento posible: ya ante el Alavés firmó dos goles que resultaron decisivos para sumar los tres puntos, en un partido más incómodo de lo previsto. Jugador de goles importantes, también vio puerta ante el Atlético, en un partido especialmente exigente.
A falta de pruebas médicas concluyentes, Olmo parece haber sufrido una luxación en el hombro izquierdo: es una lesión especialmente grave, aunque sí dolorosa, especialmente en un primer momento. El futbolista egarense deberá permanecer unos días con la zona inmovilizada antes de volver a los terrenos de juego.
No está teniendo suerte Olmo con las lesiones: cayó lesionado ante Olympiacos en Champions, y ante el Girona en la Liga, una lesión que además le impidió jugar el clásico del Santiago Bernabéu.
