El gol en el CD Tenerife no es solo una cuestión de un futbolista, por mucho que luzcan los aciertos de Jesús de Miguel; ni tampoco un asunto que corresponda solo a los futbolistas de una demarcación más avanzada. En el representativo, al menos hasta la fecha, marcar es cosa de ocho. A la lista de realizadores, que se había atascado con el parón de tres partidos consecutivos sin ver puerta, se suman ahora Fran Sabina –abrió la cuenta en el partido copero de Alcalá– y un centrocampista como Alberto Ulloa. Curiosamente, dos futbolistas con ficha B.
Ya advirtió Cervera al comienzo de esta temporada que una buena señal de adecuado funcionamiento del plantel y del proyecto sería que fuesen muchas las fuentes anotadoras del equipo. Hizo entonces alusión directa a los hombres de segunda línea, que suman. Y mucho. Mención especial merece un nombre que ya se ha repetido varias veces como goleador, el de Nacho Gil, que firmó una actuación «sensacional» en Ferrol –así lo destacó el entrenador–y que ya lleva cuatro goles. Por méritos propios se ha convertido en un hombre imprescindible para el cuadro técnico y ha sido titular en todos los partidos. Además, también luce en el apartado de las asistencias.
En el equipo blanquiazul aportan goles los futbolistas de todas las líneas. Desde la defensiva lo han hecho ya Landázuri y Álvaro González; y desde el mérito adicional de haberlo hecho como suplente, ya van dos tantos de Maikel Mesa. Tiene el lagunero el don del oportunismo, pues sale y besa el santo. Ocurrió al cierre del festín anotador contra el Ourense en una de las pocas oportunidades que ha tenido para lucir su olfato; y también en la Copa, donde confirmó su condición de mejor goleador por minuto jugado. En proporción, su promedio es el más brillante de todo el equipo.
Ahora bien, quien merece para sí el mayor de los elogios es obviamente Jesús de Miguel. Relegado de forma excepcional a la suplencia en el duelo de A Malata, aún figura en el selecto club de futbolistas del Tenerife que han participado de todos los partidos ligueros; y en algún caso, con participación providencial para arrimar puntos al casillero. Su idilio con el gol comenzó muy pronto y ahora vive un momento de barbecho, a la espera de que los próximos partidos en casa puedan confirmar su especial conexión con el Heliodoro y también su etiqueta de pichichi.
A falta de que aparezcan nuevos protagonistas que hablen el idioma del gol, los amantes de la cantera querrán que se valore como merecen los aciertos de dos futbolistas nacidos de la factoría de Geneto. Ambos con menos minutos de los que les gustaría, pero los dos con acreditada solvencia para aparecer y marcar. Fran Sabina lleva un gol, Dani dos. Y la confianza compartida de que serán muchos más.
