Un zapatazo espléndido de Martín Aguirregabiria decidió el derbi, un golazo de bandera que sacó casi de la morgue al Real Zaragoza para hacerle lograr el primer triunfo de la temporada en casa y en el Ibercaja Estadio, para insuflarle vida porque sigue siendo colista pero se agarra a un botín que frena una dinámica terrible y que permite ver una luz muy a lo lejos del inmenso túnel en el que estaba y está. La SD Huesca, en el estreno de Bolo, fue inferior en intensidad y en fútbol que el Zaragoza, que sobre todo de salida demostró querer más y que supo guardar la renta en el tramo final cuando el rival inquietó algo más y además Radovanovic vio una ingenua segunda amarilla para darle tinte más épico a este triunfo vital con un ejercicio de supervivencia zaragocista.
Ese buen arranque culminado con el golazo de Aguirregabiria desniveló un derbi igualado el resto del partido y que reflejó la realidad de un Zaragoza, que sigue mostrando muchos problemas, sobre todo con balón, y un Huesca muy grises en lo futbolístico, pero los de Sellés, con más carácter, garra y rasmia, como la situación así exigía, sumaron esos tres puntos que le siguen dejando de colista, aunque el panorama se aclare un poco y en una zona de descenso en la que también está el Huesca.
Como la crítica situación exigía, revolucionó el once Sellés con hasta cinco cambios, con relevo en la portería para dar paso a Andrada y un cambio de sistema para jugar con dos puntas, con Kodro junto a Soberón y con un recuperado Keidi Bare en la sala de máquinas junto a Guti, en su puesto natural, dejando el falso interior a Francho y Valery en el otro costado ante un Huesca en el que el primer equipo de Bolo apostó de forma mayoritaria por la veteranía, con Enrich de referencia y Portillo en la banda izquierda para que Kortajarena fuera el enlace y Jesús Álvarez y Sielva formaran en el doble pivote del claro 4-2-3-1 del vasco.
Y arrancó mejor el Zaragoza, espoleado por la necesidad y por su gente, con Francho activo, entrando en pasillos interiores cuando atacaba el equipo para generar superioridad en el medio y para que Kenan Kodro tras un córner en corto rozara el primer gol, que lo evitó el despeje de Jesús Álvarez. El Zaragoza llegaba con más gente al área y vivía más en campo contrario, con un buen trabajo en la presión y un saque de banda desde la izquierda dio el premio que el equipo local merecía cuando el despeje de Piña lo atrapó de inmensa volea desde fuera del área Aguirregabiria en un golazo en el minuto 12 para quitar el hipo y que dio al derbi otra dimensión.
El partido se tranquilizó, con el Zaragoza dominando el pleito a través de la ocupación de espacios y sin replegarse atrás, defendiendo hacia delante y dominando a través de la energía y de la presión adelantada para que el Huesca no estuviera cómodo, sin fútbol en el medio y porque el conjunto azulgrana no tenía velocidad para correr a las espaldas de la zaga blanquilla, que no sufría en demasía para mantener su portería a cero.
Solo un remate de Luna que se fue desviado y un córner en el que Andrada tuvo dudas inquietaron a los de Sellés, mientras que el enésimo robo en la presión, este de Guti, provocó un centro que no encontró rematador para que al descanso se llegara con la merecida ventaja del equipo zaragocista.
La segunda parte arrancó con el Huesca queriendo más el balón y con el Zaragoza muy junto en un partido donde las limitaciones de ambos equipos se reflejaban en el nivel futbolístico. Bolo metió a Enol por Enrich y el equipo oscense tuvo más llegada, mientras el Zaragoza ya solo veía a Dani Jiménez de lejos. Un remate de Portillo parado por Andrada y otro de Luna tapado por Aguirregabiria mantuvieron la poca fe del Huesca mientras Saidu relevó a un agotado Keidi Bare para que el Zaragoza aumentara el ejercicio de supervivencia y de conservación del botín.
Enol remató flojo tras un buen giro y Bolo tiró de Dani Ojeda y Ángel Pérez mientras Sellés, en un partido que estaba para Dani Gómez, recurrió a Sebas Moyano y Bakis primero y a Toni Moya y Tasende después con el deseo de que en el pleito pasaran las menos cosas posibles, idea en la que se empeñó en disentir Radovanovic, con una segunda amarilla clara por falta al recién entrado a Ntamack que aumentó la idea de que la victoria, tan necesaria, iba a tener una dosis de épica también.
Rugió como nunca esta temporada el Ibercaja Estadio, apretó filas el Zaragoza contra un Huesca ya con dos puntas claros, pero el partido agonizaba y el Huesca apenas inquietaba a Andrada, intenso el equipo y seguro el portero argentino en los centros laterales para amarrar una victoria que es una tonelada de vida para un Zaragoza que sumaba seis derrotas seguidas, para un Sellés que llevaba ocho derrotas ligueras entre el Sheffiield y el cuadro zaragocista en este curso, que necesitaba crédito y que respira como todo el zaragocismo. Queda mucho por remar para salir de este atolladero terrible, pero el primer paso se ha dado.
Via: The Aragon Newspaper
