La familia de Abdón González lleva más de dos décadas esperando respuestas. Desaparecido en marzo de 2001 en la localidad de Medina de Pomar (Burgos), el de Abdón es uno de esos casos en los que de inicio se apuntó a una marcha voluntaria, pero en el que la investigación acabó dando un giro de 360 grados y se impuso una única hipótesis: la acción criminal.
Las principales sospechas recaen en la que fue su expareja y el entorno más cercano de esta mujer. Los investigadores se acercan más a esa tesis cuando en 2015, catorce años después de que Abdón se esfumara sin dejar rastro, esos mismos nombres de pronto aparecen vinculados a una segunda desaparición, justo en un pueblo aledaño al de Abdón. El móvil podría ser económico, apuntaron los investigadores.
“Sabemos que le hicieron desaparecer”, lamentan las sobrinas del hombre. “Nuestro tío había comprado un chalet en Burgos capital. Cuando dejó la relación, vendió ese chalet y lo que creemos nosotros es que alguien vino para que le diera el dinero de la venta y como no tenía ese dinero disponible… ahí vino el problema”, explican.
Estas son las cinco claves del caso:
- Una quedada a la que no acude
El 25 de marzo de 2001 Abdón había quedado, como solía ser habitual, con un amigo. Pero Abdón no se presenta a la cita y su amigo se extraña. Decide acudir a su casa a ver si estaba allí, pero no encuentra respuesta. Opta por esperar hasta el día siguiente para volver a intentar contactar con Abdón. Tampoco hay suerte. Es el 27 de marzo, 48 horas después de la cita frustrada con Abdón, cuando acudiría a la tienda que regentaba su sobrina, Carolina, para dar la voz de alarma. “Quedé con Abdón y no se presentó”. Explicó que llevaba un par de días tratando, sin éxito, de dar con él. La preocupación se generalizó. ¿Dónde estaba Abdón?
- Comida en la mesa y un vino que no se tomó
La familia intentó localizarle sin obtener ningún éxito. En esa tesitura decidieron acudir al cuartel de la Guardia Civil y, acompañados de los agentes, pudieron entrar a la vivienda. Se temían lo peor, que Abdón estuviera dentro, desorientado, malherido, quizá inconsciente, y que no pudiera contestar a sus llamadas… Pero al entrar en la vivienda, llegó la sorpresa: la mesa estaba puesta. Había incluso restos de comida en el plato y servido en un vaso, un vino que nadie se había tomado.
En su habitación estaban su ropa, sus llaves, su cartera y su documentación. “¿Cómo iba salir de casa sin nada? ¿Sin ni siquiera las llaves para volver a entrar?”, se pregunta de forma retórica su familia. En ese contexto se interpuso la denuncia por desaparición.
Desde el primer momento la familia apuntaba a una sola dirección: la desaparición del hombre no era voluntaria. Sin embargo, llevó más tiempo, algo más de una década de hecho, que esa fuera también la principal hipótesis oficial de los investigadores. “Ya volverá”, señalaban inicialmente sus vecinos con optimismo. “Se habrá ido al Caribe”, “le han visto con una mujer…”, se especulaba entonces.
Años después, un guardia civil rescató el caso de Abdón de un cajón… Empezó a repasar su historia. Había un hombre en la comarca que lleva más de una década sin aparecer: se registró su finca; se miró un pozo que no se había mirado previamente y se puso bajo el foco a su entorno, el que tenía en el momento de desaparecer.
Cabe destacar que Abdón, que siempre había convivido con su madre y un hermano, había cambiado drásticamente de hábitos cuando ambos fallecieron y empezó a vivir solo. Empezó a salir y a rodearse de nuevas personas. Los investigadores preguntaron a sus amigos, los de entonces, y fueron ellos los que resaltaron que Abdón, los días previos a desaparecer, estaba nervioso. Al parecer, tenía miedo. Hablaron de llamadas, de amenazas, de dinero… Estaba asustado, contaron de él.
La Guardia Civil concluyó a partir de ahí que el ‘nuevo’ círculo del que se había rodeado Abdón antes de esfumarse estaba conformado por “gente peligrosa”. Los investigadores se centraron de pronto en una mujer, al descubrir que el desaparecido había tenido una relación con ella. Los investigadores obtuvieron algunos datos más de sus pesquisas: la de Abdón, “no fue una relación sentimental por amor”, lamentan sus sobrinas. “La policía nos contó que era una señora que, junto con otro señor, se dedicaba un poco…a estafar, o llámalo, no sé…a aprovecharse de un poco gente como nuestro tío”.
Con esas tesis sobre la mesa, los agentes solicitaron una orden para acceder a los datos bancarios de Abdón. Confirmaron que poco antes de la desaparición hubo un llamativo movimiento de dinero: “Nuestro tío había comprado un chalet en Burgos capital”, narran a este diario sus sobrinas, Begoña y Carolina. La suma era de unos cuarenta y cinco millones de pesetas de la época. Al cambio, unos 270.000 euros.
“Cuando dejó la relación vendió ese chalet, que estaba a su nombre, no al de los dos… “, especifican. Se encontró un posible móvil tras sumar los dos datos (la cantidad de dinero y las amenazas): el económico.
Algo sucede en 2015, catorce años después de la desaparición de Abdón, que hace que cobre aún más fuerza la hipótesis de los investigadores: la mujer que tuvo la relación con él y el hombre con el que después se la relacionó son también sospechosos de la desaparición de Cristina Murié, una mujer que casualmente residía en un pueblo aledaño al de Abdón.
En plena investigación por el caso de Cristina, en un careo entre los sospechosos, salió el nombre de Abdón (“como lo que le hiciste a Abdón”). Los agentes apuntaron el dato. Fueron llamados a declarar, pero el caso, finalmente, se archivó. ¿Por qué? ¿Qué más se supo? ¿Qué otros datos tiene y cómo está la familia?.
El podcast de Prensa Ibérica En Paradero Desconocido desgrana, en el segundo caso que trata, todos los detalles de la extraña desaparición de Abdón. Aquí puedes escucharlo:
