Llegaron pronto malas noticias desde el Ciutat de València. El Levante UD se queda con diez jugadores tras una expulsión dudosa a Unai Vencedor. Con casi los primeros 30 minutos completados, el conjunto granota sufría un revés importante en el partido ante el Celta de Vigo: el centrocampista vasco realizaba una infracción (entrada) a Ilaix Moriba en el minuto 27. Al principio, la acción fue sancionada con tarjeta amarilla por el árbitro, aunque pocos minutos después, tras revisarlo en el VAR, el colegiado cambió su decisión para sancionar al jugador granota con roja. Si nadie lo remedia, también se perderá el próximo partido liguero ante el Atlético de Madrid.
Paralelamente, Julián Calero y su cuerpo técnico, se mostraron indignados y cabreados por la decisión tomada. El Ciutat, tampoco dejó escapar esta situación para expresar su descontento y desaprobación por la expulsión, con una influencia directa en el desarrollo del encuentro. La respuesta de los granotas fue clara y rotunda: una pitada monumental. El técnico madrileño reaccionó de forma instantánea, poniendo a calentar a Olasagasti, aunque su intervención en el encuentro no llegó a completarse. En esta primera parte, Calero no tomó cartas en el asunto, y mantuvo el bloque original intacto. En lo táctico, Carlos Álvarez retrasó su posición para ayudar a un Kervin Arriaga que se quedaba sin su pareja de baile habitual. La rabia y la irritación se extiende entre el equipo y la afición, sorprendidos con el dictamen del árbitro.
Tras el descanso, Olasagasti entró en lugar de Víctor García.
