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La recta final del Clásico dejó el ambiente muy tenso, como si hubiera cuentas pendientes cuando el árbitro sopló el silbato. La tensión acumulada durante los noventa minutos buscó un rostro y acabó señalando a Lamine Yamal, epicentro involuntario del alboroto. Dani Carvajal fue el primero en acudir a su encuentro. La relación como compañeros en la Selección quedó aparcada en un cajón cerrado con llave, porque en un duelo así nadie concede treguas.

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