“No se puede vivir sin esa fe absurda de que un día las cosas van a cambiar y todo va a estar bien […] If we didn’t believe in that, we would kill ourselves,” says the protagonist of the book when, desperate, he fears that the soccer match that is organized will end in disaster. Do you make this idea of rebelling against defeatism your own?
[Sonríe]. Well, let’s say I’m not a pessimist. There is one thing that worries me that has to do with complaining all the time and predicting catastrophes. It is something that has been imposed as the general tone of our time, even in fashionable literary discourses or successful films. And it is problematic, because fiction is a place to explore alternatives and imagination, a tool to propose other ways of living. If fiction leaves that space, we surrender to the apocalyptic, which is doing the work of reactionary forces. Those that promise us that the best is in the past. We have to think that the best is in the future, even if reality is a bitch.
¿Qué es lo que más te hace disfrutar del fútbol?
No entiendo el afán meramente competitivo, porque es un juego. También es un gran negocio, por supuesto, pero ahí es donde todo se estropeó. No tendríamos que alejarnos mucho de lo esencial, que es que el fútbol nos divierta y nos entretenga. Yo no quiero que mi equipo gane a cualquier coste. No quiero que mi equipo sea campeón, pero me aburra. No tiene sentido ganar por ganar, ganar mal o hacer trampa y al final del año decir, “Somos campeones pero qué mal lo pasé.” O sea, no me divertí nunca.
Cuando Raphinha marcó el 2-3 al Inter le dije a mi hermana, “voy a por el taquito de la victoria”. Aún se ríe de mí, pero las historias de tu relación sentimental con un equipo se hacen así. ¿Con quién viste ese partido? ¿Dónde estabas? ¿Qué te pasó el día del Inter-Barça?
Al culé en general le interesa el cómo como a ti, pero practica un derrotismo preventivo ¿Ser mexicano te ayuda a ser un aficionado diferente?
[Sonríe]. Well, think that I am a fan of Atlas, which is a school of defeat. There is one thing called ‘losing the Atlas’, which is losing in the last minute, after having dominated the game, with a rebound goal and having completely dominated the entire game. So, I come from there. At Barça, on the other hand, the strange thing is losing, but the culé is very pessimistic. It’s very curious because my son, who is from here, is already like this… My son is already one of those culés who sees everything wrong, because he learned it from his friends.
Pues fue con un Barça que ha ganado mucho….
Claro, imagínate. Ahora ya tiene 19 años, pero de pequeño con los amigos en la plaza, cuando aún estaba Messi, escuchaba: “hoy nos meten cuatro, hoy no sé qué.” Este discurso a mí me hace gracia porque, cuando pierde el Barça, me parece como un accidente. Si lo piensas, pierde no sé qué porcentaje de partidos, pero debe ser el 20% como mucho aunque ande mal. Entonces es insólito, ¿no? Es como si solo tuviera derecho a ganar.
Y eso que en la vida lo normal en general es perder…
De hecho, creo que hay una presión competitiva mayor en los últimos 20 años. Parece que solo podamos disfrutar si nuestro equipo gana pero deberíamos reivindicar la escuela de la derrota. Si no, no tendría ninguna gracia que jugaran el Barça y el Madrid el clásico. No sería un partido importante si fuera siempre como el año pasado, que le pasó por encima todos los partidos. El Madrid te va a ganar alguna vez y te va a pasar por encima. Esta temporada después de perder me dio rabia, pero al mismo tiempo también pensé: Está bien, es esto, a veces te van a ganar. Es por eso que la siguiente vez que jueguen voy a querer ver el partido.
Seguro que no pensaste lo mismo tras la eliminación ante el Inter la temporada pasada…
[Sonríe]. Now that was a terrible trauma. I have a very funny anecdote from the game. I was in Mexico because my father got sick and he’s about 90 years old, and well the news was that maybe he couldn’t stand it, so I went to see him and luckily he recovered. Then, I was at my parents’ house with the game on television, eating with my sister, and Barça scored the goal that qualified them for the final. I think it was Raphinha and I told my sister: “the victory taquito.” And of course, I made the mistake. I had the marrow reserved, I put it in the omelette, I started to prepare it and Inter tied. My sister is still laughing to this day: “The victory taquito,” she keeps telling me. Because Inter hit him and everything went to shit, but that’s the anecdote.
Y así es cómo se recuerdan días así…
Sí. Las historias de tu relación sentimental con un equipo se hacen así. ¿Con quién viste ese partido? ¿Dónde estabas? ¿Qué te pasó el día del Inter-Barça? Esos son los partidos que 10 años después recuerdas, ¿no? Y con un amigo dices, “¿Te acuerdas?” Que justo ese día tú me estabas contando no sé qué lío del trabajo, de la novia, del novio, de algún problema, tal. Y justo era ese partido. Eso es lo importante del fútbol, que nos acompaña toda la vida.
The Mexican writer Juan Pablo Villalobos, during the interview / Valentí Enrich / SPO
Otro fenómeno es cómo encumbramos al ídolo, pero lo enterramos cuando falla. Dice el protagonista de ‘Al estilo Jalisco’: “La caída de los imperios, la destrucción de los mitos, la desgracia de los héroes, la ruina de los ricos…. a la gente le encanta descubrir que todo el mundo falla. Ahora pueden volver a sus vidas insulsas….
Tiene que ver con una pulsión destructiva con la que justificamos nuestras propias circunstancias. Quiero que a otro le vaya mal para yo no sentirme tan mal con cómo está mi vida y cómo soy yo. Y por eso nos satisface ver que aquel político al que todos admirábamos resulta que es corrupto o que aquel jugador modélico lo agarran en un escándalo. Hay una proyección de nuestras propias debilidades, de nuestros propios miedos, de nuestras propias fragilidades. Y es humano el placer por el mal del otro. O sea, es triste, pero es humano, ¿no? Nos alegramos por el mal del otro y no solo de los enemigos, también a veces secretamente nos alegramos un poco de que le vaya mal a ese otro que queremos. Nos alivia de alguna manera. Decimos, “Uf, pues no estoy tan mal”.
El fútbol de Flick tiene algo elemental como la media hora del recreo: si tú ganabas 1-0 no pensabas, ‘vamos a especular para que no empaten’. Tú no querías jugar de defensa, lo único que importaba era meter goles
En el Barça lo estamos viendo con Lamine. Parece que haya ganas de que haga algo mal para poder criticarlo….
Sí, hay una sospecha permanente sobre si se va a echar a perder. Toda esa campaña que ya es brutal, se habría multiplicado por mil si hubiera jugado con Marruecos. Sería 10 veces mayor. O sea, lo estarían matando ya. No sería sospecha, sería que si es un mala persona, que si no se cuida… habría 1000 chismes de que se fue con no sé cuál, si le puso los cuernos a la novia. Todo eso que está pasando estaría multiplicado por 1000, porque hay una cuestión racial. Se duda más de él también porque es marroquí en el fondo. Y es como: no es fiable. Pero, cómo ha optado por jugar con la selección española, es buenísimo y puede hacer que la selección española gane el mundial, lo toleramos.
En la etapa de Xavi como entrenador con mi hijo siempre nos preguntábamos: “¿Hace cuánto que no nos divertimos?”
Flick está siendo una figura muy querida por el barcelonismo, hay incluso esa especie de temor a que nos deje como con esas parejas que nos parecen mejor que nosotros…
[Sonríe]. I love it and I already loved it when I was in that Bayern team that gave us a horrible win. It seems to me that it has something elemental that reminds us why we like football. It’s as if he were telling us that this is about having the ball, going forward and scoring goals. And for that to happen you have to make the rival make a mistake. And this thing like going-going-going last year even though you could stay out of Europe is a way of interpreting that football is a game. It reminded me a lot of that feeling of half an hour of recess in Mexico. From 11 to 11:30 we made teams and played on a field. And it was this: you were there 1-0 and you didn’t think: “let’s speculate that if they don’t tie me.” You didn’t want to play defense, you wanted to be a forward and the only thing that mattered was everyone up, everyone scoring a goal.
Veníamos de una época menos atractiva con Xavi…
Con mi hijo siempre hablábamos de eso: “¿Hace cuánto que no nos divertimos?” Porque los partidos del Barça de las últimas temporadas como que los veías como por obligación. Tengo amigos que me decían: “yo ya no los veo”. El Barça de ahora es mucho más descontrolado pero a mí eso me encanta. La gente dice, “en los partidos importantes tiene que defender de otra manera”. Y es como: ¿no ves que se puede? No puedes variar el plan en mitad del plan. Y además que creo que genuinamente Flick no sabe hacerlo. O sea, si Laporta le dijera, “Oye, en la semifinales de la Champions nos encerramos atrás”, Flick tendría que llamar a alguien. No sé si a Mourinho, no sé a quién. Y a mí me gusta eso. Esta manera de entender el fútbol es la de Flick y el año pasado me divertí lo que no me había divertido en no sé cuántos años.
