Con esa sensación de que te han robado la cartera, y dándote cuenta, así se ha marchado de El Plantío el CD Castellón. Con personalidad, un planteamiento atrevido, buen fútbol por momentos y varias ocasiones no materializadas, argumentos con los que el equipo de Pablo Hernández sumó un buen punto ante el cuarto de Segunda División, el Burgos, en un partido sin goles marcado por el mangazo del colegiado a los orelluts.
Porque el desenlace hubiera podido ser otro bien distinto si el árbitro del encuentro, el aragonés Carlos Muñiz Muñiz habría querido ver la clara infracción antes del descanso de Íñigo Córdoba dentro del área a Álex Calatrava, cuando el catalán se disponía a rematar dentro del área y, a su vez, el andaluz Milla Alvendiz, responsable del VAR, no se hubiera hecho el sueco al no advertirle al trencilla principal que el contacto existió.
Una acción flagrante y una decisión de las que condicionan un partido. Porque para algo está el VAR, más si cabe cuando la patada es clara e impide el lanzamiento.
Es reiterativo y repetitivo en el presente ejercicio, da igual que sea en Castalia que lejos de la capital de la Plana. Ni los árbitros principales de campo, ni sus asistentes, ni los integrantes del VAR ni del AVAR, respetan a un conjunto orellut que lleva siendo demasiadas semanas perjudicado.
Viejo conocido ante el Málaga
Es más, lo que más chirría en el seno del club albinegro es ver cómo el colegiado que estuvo en el VAR la pasada jornada en el feudo castellonense, que le dio un penalti al Málaga cuando el CTA reconoció luego que nunca tendría que haber sido pena máxima, este lunes ha sido el responsable AVAR (árbitro asistente de vídeo), el catalán Rubén Ávalos Barrera.
Como si del mítico chiste del francés, el inglés y el español se tratara: eran un aragonés, un andaluz y un catalán que no quisieron ver lo que todo el mundo vio.
Personalidad y merecimiento
Por desgracia, dicha polémica (y determinante) acción, que ocurrió en el minuto 41, desvió los focos del buen planteamiento de Pablo Hernández, quien se trabajó muy bien el partido, supo maniatar y taponar las ideas de uno de los mejores equipos de Segunda hasta la fecha, un Burgos que terminó resignado por su impotencia ante el buen hacer albinegro.
Cierto es que al Castellón, en el debe, hay que achacarle su falta de acierto de cara al marco rival, porque ocasiones tuvo, y muchas.
Nada más iniciarse el encuentro, Israel Suero veía una de las amarillas más rápidas del campeonato, a los 55 segundos, dando muestras del ímpetu orellut. Cinco minutos después, en el 6’, Mabil se deshacía de su par y daba en bandeja el gol a Camara con un pase de la muerte, pero el tanto no subió al marcador por fuera de juego claro.
Matthys demostró en el 17’ que él también estaba en el campo con un paradón a una falta directa del local Curra. La más clara de los locales, que el resto de veces que buscaron al meta albinegro fueron remates fallidos o a las manos. Antes del descanso, penalti no pitado al margen, Suero tuvo un doble remate, un de ellos de cabeza obligando a lucirse al portero de los burgaleses Ander Cantero.
Segunda parte
Si podría decirse que el primer acto tuvo cierta igualdad, el segundo fue de color fucsia (así lució ayer el Castellón), con una presión alta en campo contrario y enorme verticalidad por bandas.
Los castellonense las tuvieron, pero los remates de Mabil, Alcázar y Cala (este en dos ocasiones) salieron fuera o fueron desviados por una zaga local que achicó aguas.
El Castellón mereció más, pero la falta de puntería y la controvertida decisión al unísono del árbitro, del VAR y del AVAR le dejaron con un puto que sabe a poco.
Via: The Mediterranean Newspaper
