A Xavi Hernàndez la prensa (filo)madridista, Xavi, Supercopa de España, Barça lo crucificó por sus declaraciones tras las semifinales de la Supercopa de España en Arabia Saudí en enero de 2022. El Barça llegaba a ese partido en la época del “es lo que hay” de Ronald Koeman, con Luuk de Jong como puñal en punta y tras perder con el Madrid los últimos cuatro clásicos disputados. El Barça compitió, llevó el partido a la prórroga, y acabó perdiendo al estilo Madrid: en una contra de Fede Valverde cuando estaba volcado al ataque. Xavi explicó que al principio del encuentro el Barça salió algo con miedo por los últimos resultados contra el Madrid, pero que luego se quitó los complejos y compitió bien, y afirmó que, pese a la derrota, estaba orgulloso por la manera en que el equipo compitió y jugó. Competir, verbo fetiche del análisis futbolístico moderno.
La crítica (filo)madridista, Xavi, Madrid, Barça, Joan Laporta despellejó a Xavi por sus declaraciones, que consideraron de perdedor. Las mofas y burlas porque un entrenador del Barça se mostrara satisfecho tras perder contra el Madrid fueron tan ruidosas que, como suele, tomaron el puente aéreo y se reprodujeron en parte de la prensa (filo)barcelonista. En el Barça, perder debería tener consecuencias, dijeron, recordando las palabras de Joan Laporta. Fue una de las primeras constataciones de que la luna de miel de Xavi con el entorno no iba a durar para siempre.
Un solo chut a puerta
Esta semana, la crítica (filo)madridista, Real Madrid, Champions, Manchester City, Bernabéu celebró la derrota del Real Madrid en el Bernabéu en Champions contra el Manchester City (1-2) porque el equipo había vuelto a correr, a competir. En un partido en el que los madridistas chutaron una vez a puerta y una vez al larguero, la crítica aplaudió que Rodrygo —elevado a la categoría de crack mundial al marcar su primer gol tras nueve meses y 32 partidos oficiales— celebrara su tanto abrazando a su entrenador. Esta vez, celebrar una derrota no fue de perdedores, indigno del escudo, impropio de un equipo y un club ganador. Esta vez fue un punto de inflexión, un arranque nuevo, un motivo para la esperanza. El espejismo, es justo reconocerlo, no duró demasiado, y tras el impulso propagandístico inicial regresaron las voces que indican que si Xabi no empieza a ganar, su sino será el mismo que el de Rafa Benítez y Julen Lopetegui. Primera prueba: Alavés.
De Xavi, Xabi, mundo (filo)madridista, mundo (filo)barcelonista, Florentino Pérez a Xabi, el doble rasero del mundo (filo)madridista y su efecto de arrastre en el mundo (filo)barcelonista no debería sorprender. Más chocante es el hecho de que Florentino Pérez decidiera en contra de sus propias convicciones cuando contrató a Xabi. Es conocido que Pérez no cree en los equipos de autor, lo suyo siempre han sido los jugadores, los cromos, las alineaciones de Play Station. Él visualizaba a Beckham de lateral para juntar a galácticos en el centro del campo y la delantera; jamás imaginó a Fran García de esforzado carrilero por delante de Vinicius o Rodrygo. Por mucho que le duela al madridismo, Xabi, como Xavi, como Pep, como Klopp, como Flick, son entrenadores que se sitúan por encima de su equipo. En el Bernabéu de Pérez, solo un entrenador puede hacer algo similar: José Mourinho y su dedo que marca el camino. Pronto se cruzarán en Lisboa, será divertido de ver. Seguro que los dos equipos compiten.
