Mantener el trabajo en estos tiempos de inseguridad es uno de los objetivos de los trabajadores y en algunas ocasiones se pueden llegar a hacer locuras, que no siempre son recompensadas por las empresas. Por eso, muchos viven en un espiral sinfín de trabajo que limita la vida personal, aunque es algo de lo que no tendría que preocuparse, según explica el multimillonario José Elías.
Si no, que se lo pregunten a un empleado de un club de pádel de Murcia, quien vio como la promesa de su compañía se hacía añicos fácilmente tras aceptar una considerable rebaja del sueldo con el objetivo de mantener un puesto de trabajo hasta el día de su jubilación.
El hombre se había convertido en el jefe de Recursos Humanos y llevaba dentro desde el año 2010, cuando se fundó el club. No obstante, el cambio de titularidad de la entidad fue catastrófico para las aspiraciones del hombre y le pusieron de patas a la calle sin pestañear.
A man is fired after cutting his salary by half to keep his job. / ·
Los nuevos dueños situaron a otra persona en su puesto y relegaron al protagonista a otro tipo de funciones y le obligaron a cambiar de oficina en “condiciones precarias”. Por eso, tras reunirse con el CEO aceptó una considerable rebaja salarial que reducía su sueldo de los 2.000 euros a los 1.200 euros, e incluso le pidió que lo comunicara por correo electrónico para “facilitar las cosas”.
Con este gesto, el hombre pensaba que había conseguido asegurarse un trabajo hasta que se retirara, aunque nada más lejos de la realidad: un año más tarde, la empresa le despidió alegando “causas objetivas”. Según la compañía, su puesto se quedó “vacío de contenido” al reorganizar las funciones dentro del club y le indemnizó con 9.000 euros, un monto obtenido a partir del sueldo nuevo.

Some facilities to play paddle tennis. / M3
Para más inri, más tarde la empresa vendió los activos del club de pádel y el extrabajador ya no figuraba como trabajador subrogado. El caso escaló hasta terreno judicial y se dio la razón al trabajador por parte del Tribunal Superior de Justicia de Murcia, alegando que la empresa actuó “con mal fe y dolo“, además de que fue “engañado” y se orquestó una “maquinación urdida” para abaratar costes a partir de su sueldo y así pagarle mucho menos el día que lo echaran.
Para la justicia es una “pura operación mercantil” y el empleado, “una víctima laboral“. Sin embargo, no aceptaron la nulidad del despido porque no vieron pruebas suficientes de acoso ni discriminación, aunque sí que se ha obligado a la reincorporación con las condiciones originales o a pagarle una indemnización de 30.000 euros, la que debería de haber cobrado con su sueldo anterior.

