En plena carrera armamentística en el Magreb —marcada por el creciente gasto militar de Rabat y la tensión constante con Argelia—, Marruecos continúa fortaleciendo sus vínculos estratégicos con Estados Unidos. El reino alauí busca modernizar su defensa aérea ante la creciente influencia de Argelia – que ha potenciado su flota con cazas rusos Sukhoi – y, en este escenario, las conversaciones entre Rabat y Washington para la posible adquisición de cazas F-35 cobran cada vez más fuerza. Si el acuerdo llega a materializarse, Marruecos incorporaría 32 aeronaves de este modelo – diseñado para evitar la detección por radar – que le permitirían aproximarse al espacio aéreo de Canarias y cubrir con facilidad los cielos de Ceuta, Melilla y el sur peninsular.
La compra, valorada en unos 17.000 millones de dólares (aproximadamente 15.800 millones de euros), convertiría al país en el primer Estado árabe y africano en operar el F-35, considerado la joya de la aviación militar estadounidense y uno de los cazas más avanzados del mundo. El interés de Marruecos por los F-35 se enmarca dentro de su ambiciosa estrategia de reforzar la defensa nacional y modernizar sus capacidades militares. Aunque estos cazas poseen una menor capacidad de carga que algunos modelos rusos, ofrecen ventajas estratégicas significativas: tecnología furtiva, sensores de última generación, capacidad de ataque más allá del alcance visual e integración en redes de combate. Todos estos elementos resultan determinantes en los conflictos modernos, donde la superioridad tecnológica pesa más que la potencia de fuego brutal.
Una apuesta por la defensa
No es un caso aislado. Marruecos acelera su apuesta por la defensa mientras refuerza su relación con Estados Unidos, su principal socio en materia de defensa y origen de más del 60% de sus importaciones de armamento. Las conversaciones entre ambos países forman parte de una visión más amplia del reino alauí para fortalecer su músculo militar y consolidar su autonomía estratégica.
En este contexto, Rabat avanza en la elaboración del proyecto de ley de finanzas de 2026, que contempla un aumento histórico de los recursos destinados a la Defensa Nacional. El plan presupuestario autoriza compromisos financieros futuros para la Administración de la Defensa Nacional por un total de 157.170 millones de dírhams marroquíes (unos 14.700 millones de euros), lo que supone un incremento del 17,77% respecto al año anterior. De esa cantidad, el gasto efectivo previsto para 2026 ascenderá a 55.300 millones de dírhams, es decir, alrededor de 5.157 millones de euros.
El Magreb se distingue por sus complejas dinámicas geopolíticas. Si se aprueba el proyecto de ley de finanzas de Marruecos para 2026, el país estaría mostrando de manera explícita su estrategia de defensa. Para Rabat, el gasto efectivo en defensa representaría aproximadamente el 3,4% de su PIB previsto (154.000 millones de euros) y el 7,66% del presupuesto general del Estado (66.600 millones de euros). Esta proporción supera ampliamente la media europea, que se sitúa alrededor del 1,9% del PIB. En comparación, España busca que el gasto en seguridad y defensa alcance el 2% de su PIB.
El caso de España
Pero Marruecos no es el único país que ha mostrado interés en el F-35. España también valoró su adquisición, pero en el mes de agosto el Gobierno central decidió aparcar la compra del caza estadounidense. ¿La razón? El Ejecutivo optó por priorizar la inversión en la industria europea de defensa. Con esta decisión, el Ejército del Aire y del Espacio, que ya ha modernizado parte de su flota con 45 Eurofighter y prevé retirar los últimos F-18 hacia 2035, renuncia a incorporar el avión más avanzado tecnológicamente como solución intermedia hasta la llegada del FCAS, el futuro caza europeo de sexta generación previsto para 2040.
En medio del rearme europeo, España parece mirar hacia Turquía. El avión de combate turco de quinta generación, Kaan, suena cada vez con más fuerza como posible sustituto de los F-35 finalmente descartados. El modelo turco – que no termina de convencer – sigue considerándose una opción inferior al caza estadounidense por desventajas operativas y técnicas.
La fiebre por los F‑35 no se limita y también alcanza a Arabia Saudí. El reino podría adquirir hasta 48 de estos aviones de combate tras recientes conversaciones con Estados Unidos. De concretarse esta operación, Arabia Saudí daría un paso significativo hacia la modernización de su defensa aérea, reforzando su capacidad operativa en un contexto geopolítico cada vez más complejo y volátil.
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