Con la seguridad de quien sabe que va a salir bien, un potencial ofensivo impropio para la categoría, y una solvencia basada en la posesión y las manos de Germán Parreño, el Deportivo volvió a ganar. Esta vez, en el Belmonte (0-2). Y ya son cinco victorias consecutivas para un líder convincente e intratable. Dos puñales al espacio, uno de Stoichkov al filo del descanso y otro de Eddahchouri cerca del final, sirvieron una nueva victoria en la que el VAR también jugó su parte.
El Deportivo gana como los grandes. Sin excesos. Sin alardes. Dominando los partidos con tranquilidad y pragmatismo para, a la mínima, castigar gracias a todo el armamento ofensivo que tiene a disposición Antonio Hidalgo. Porque si no aparece Yeremay con una acción brillante; están Mario Soriano, David Mella y un renacido Stoichkov que también se suma a la nómina de pequeños genios. El técnico de Canovelles arriesgó, cambió y ganó una partida de ajedrez que, de nuevo, dejó algo de sufrimiento para el final. Pero, como en Córdoba o ante la Cultural, el mal de altura no pasó factura a un equipo convencido de ascender a Primera División.
Le costó al equipo coruñés, ayer de granate, en un duelo en el que dominó con excesiva seguridad la pelota durante gran parte de un primer tiempo en el que el Albacete dificultó el juego interior blanquiazul. Los locales cerraron líneas, esperaron en un bloque medio muy compacto, y obligaron al equipo de Hidalgo a buscar y buscar soluciones. Llegó a la carrera, 43 minutos después del pitido inicial, y tras un primer tiempo chicloso que el cuadro visitante tuvo que masticar con mucha calma.
Hidalgo jugó sus cartas. Sorprendió con Charlie Patiño en la medular para mejorar la circulación (Villares, afectado por un virus, fue suplente) y sumó a Stoichkov en la delantera para puntear al espacio. El plan deportivista fue claro: amasar, atraer y después lanzar. No cayó en sus garras el Albacete, que pocas veces se animó a presionar y avanzar, aunque los coruñeses reiniciasen el juego.
Al Deportivo le costó infinidad encontrar huecos. Charlie Patiño se atrevió con algún balón interior, pero rara vez quien recibía era capaz de girar entre tantas piernas manchegas. Cuando los centrales, o José Ángel, o Mario, lograban conectar por dentro, la jugada volvía atrás ante la imposibilidad de atacar la siguiente línea. En esa partida de ajedrez parecía más cómodo el Albacete, liderado por Riki, quien le recordó desde el campo a Fernando Soriano que finalmente no fichó un 8.
El gol del Deportivo, al espacio
Los mejores momentos visitantes llegaron cuando el equipo pudo correr. Pasó poco, pero siempre que lo hizo, mostró el colmillo. Primero con Stoichkov, nada más empezar, cayendo a la banda para habilitar la llegada por dentro de Yeremay. A los 24 minutos, una más con el andaluz de protagonista prolongando un balón de espaldas y poniendo a correr a Mella a 60 metros del área. El 11, más rápido que nadie, estuvo excesivamente generoso y esperó por Yeremay, en lugar de disparar y la jugada acabó en nada.
Entre medias, el Albacete puso a prueba a Germán Parreño. El ilicitano tuvo que intervenir más con los pies, incluso saltando líneas de presión rival para conectar directamente con sus centrocampistas. Pero, cuando tuvo que utilizar las manos, fue decisivo. Pepe Sánchez puso el miedo en el cuerpo a balón parado y poco antes del primer tanto, voló para evitar un golazo de Meléndez. Al filo del descanso, el Dépor pudo volar. Arnau, que parecía metido en un lío en su propio córner, salvó un balón que hizo bueno Mella tras un cambio de ritmo inimitable. Conectó con Mario Soriano y el 21 se inventó una asistencia extraordinaria para Stoichkov. El mediapunta aprovechó el paso en falso de Vallejo para vigilar el desmarque de Yeremay. El canario abrió un ligero hueco y el madrileño hizo magia para que Juan Diego Molina definiese con la zurda con suma calidad. El 22 refrendó la apuesta de Hidalgo, que dejó en el banquillo a Zaka y a Mulattieri.
El Albacete intentó dar un paso hacia adelante en la segunda parte. El Dépor, serio, se mantuvo sólido, a excepción de algunos errores propios que pudieron salir caros. En especial, una pérdida de Dani Barcia tras un mal control que Valverde no aprovechó. De nuevo, Parreño. Durante muchos minutos el ritmo fue bajo. Al equipo de Hidalgo le venía bien que pasaran pocas cosas. Que la pelota no aumentase sus revoluciones. Pero, en un córner, el partido se pudo complicar más de la cuenta. El Albacete poco a poco había empezado a sumar atacantes, y a balón parado la colegiada Huerta de Aza señaló un penalti de José Ángel sobre Pacheco. Tuvo que intervenir el VAR para corregir la decisión de la colegiada, tras una acción en la que el atacante ya se estaba cayendo antes del ligero contacto entre el centrocampista y el jugador blanco. La revisión fue veloz y dio aire al equipo coruñés.
Se encendió entonces el Belmonte y el Albacete, que tiró de orgullo en los minutos finales para hundir al Dépor. A los pupilos de Hidalgo les tocó otro final agónico, como en las últimas dos jornadas. Los locales, en especial en las botas de Puertas, lo intentaron de todas las formas posibles, pidiendo incluso un penalti más de Gragera sobre Vallejo que Huerta de Aza negó tajantemente. Pero cerca del final, al galope, en un cuatro contra uno letal, Yeremay conectó con el recién ingresado Eddahchouri, que apenas necesitó dos toques para sentenciar el partido. El neerlandés, en su único contacto con el balón, cruzó un disparo preciso para firmar el 0-2 y sellar la quinta victoria consecutiva de un Dépor que no baja el ritmo. A dos puntos por encuentro, el equipo de Hidalgo reafirma su candidatura al ascenso directo.
