Los modales hacen al hombre. Esa frase de Harry Hart, el personaje interpretado por el actor inglés Colin Firth en la cinta Kingsman, se puede comprender de muchas formas. Por un lado, subraya la importancia de la educación; por otro, deja claro que hay momentos en los que es necesario reaccionar para afrontar la adversidad.
Precisamente, el Dreamland Gran Canaria vive una transición marcada por los inconvenientes con los que ha tenido que convivir en este inicio de curso y de los que no ha podido huir: la adaptación de algunas piezas, la búsqueda de la mejor versión de otras, la falta de regularidad en su juego y en sus lanzamientos a canasta…
Sin embargo, en una tarde en la que el Arena respondió con 7.624 almas coloreando las gradas, con la derrota frente al Joventut aún por digerir, con la Copa del Rey en juego y ante un rival gigante que, pese a su talento, llegaba herido y con un cambio muy reciente en el banquillo, la respuesta de los amarillos debió ser distinta.
No hubo chispa
El Granca apareció en la pista sin llegar a conectar del todo con el choque en prácticamente ningún instante. Los alicientes que ofrecía la cita no parecieron suficientes para dar un paso adelante como muestra de carácter; ni siquiera el partido del Barça, que no rindió a su máximo nivel, despertó en los jugadores de Lakovic ese colmillo competitivo para atacar a su presa en el momento oportuno.
Faltó intensidad, faltó chispa y faltó ese empuje emocional, ajeno a cuestiones relacionadas con el juego, que hiciera tambalear a un Barcelona sin el brío de campañas anteriores. Los grancanarios no encendieron el fuego competitivo para asestar golpes certeros, algo que les ha faltado también en otras citas de este mismo año.
Todo eso no ayudó al público a meterse de lleno en la batalla por el choque. Apenas unos braceos de Tobey tras un triple importante en el tercer periodo y un intento de Miqui Salvó desde el banquillo de animar a la grada fueron los únicos gestos para apoyarse en su gente. Tuvieron que ser los árbitros, con varias faltas muy discutidas en el último cuarto, quienes hicieran despertar al pabellón. Si desde la pista no se contagia esa energía, es difícil que el graderío levante por sí solo el mal trago.
Con la sensación de estar algo anestesiado, el Gran Canaria dejó escapar una gran oportunidad. No supo oler la sangre para darle la estocada definitiva a su adversario y salir del recinto de Siete Palmas con un triunfo sanador. Al menos, se esperaba que mostrasen más ambición y hambre para dejar atrás actuaciones que no han sido tan convincentes; los claretianos han adolecido de un encuentro que fascine, que enamore y que ponga de manifiesto su candidatura a ser uno de los equipos de referencia de la competición esta temporada. Ha habido triunfos que saben muy bien, pero ninguno ha llegado con la solidez de otros cursos.
Un parón en el peor momento
Está claro que este Granca tiene cosas que mejorar. Todavía está en pleno proceso de encontrarse y de encaminar su rumbo. Aun así, ese trabajo para corregir sus carencias tendrá que seguir su curso con nuevos obstáculos en el horizonte, empezando por Las Ventanas.
Lakovic no podrá aprovechar el tiempo disponible para trabajar, no por decisión propia, sino por obligación. En la Isla solo van a permanecer tres jugadores, ya que la mayoría atenderá la llamada de sus selecciones nacionales. Wong, Pelos y Eric Vila serán los únicos que se queden en casa, mientras que Mike Tobey viajará a Estados Unidos con permiso de la entidad, aunque regresará antes que sus compañeros internacionales.
Por tanto, la mejoría que urge no llegará de inmediato. Deberá producirse mientras avanza un calendario exigente que pondrá a prueba la verdadera pasta de esta plantilla. Antes de que termine el año, los insulares se medirán al Surne Bilbao Basket, al Lenovo Tenerife y al Burgos a domicilio, además de enfrentarse a Baskonia y Granada como locales. Todo ello con la necesidad de lograr triunfos para no perder terreno en la lucha por estar en la Copa del Roig Arena, que se celebra en febrero.
Habrá que resetear rápido, con la cabeza puesta en el día a día, y buscar dentro del propio vestuario ese fuego interior que todavía no ha aparecido en el plantel esta temporada. Porque si, además de lo técnico y lo táctico, también falla el corazón…
