Se conmemoran 50 años de la muerte de Franco y la derecha ha cargado contra los actos organizados, ¿se esperaban esta reacción furibunda?
Desde qué salió la noticia de que el Gobierno iba a organizar actos conmemorativos comenzó una reacción desde diferentes frentes criticando esa iniciativa. En realidad, lo que se conmemora este año son los cincuenta años de la muerte de un dictador que marcó la historia de España durante más de medio siglo. Pero bastantes medios de comunicación, algunos partidos políticos y una parte de la sociedad civil pone obstáculos para conocer eso. Desde una democracia en 2025. Increíble, pero cierto.
¿El franquismo terminó en 1975?
La muerte de Franco abrió la vía al fin de la dictadura. Antes del 20 de noviembre de 1975 eso fue imposible y ninguna figura relevante de la política de la dictadura abandono la nave antes de ese día, aunque después reinventaran su historia. Y el futuro Rey, Juan Carlos I, que juró su cargo el 22 de noviembre, tampoco se separó un metro ni un minuto del camino que le había marcado Franco desde joven. Las primeras elecciones democráticas tras la muerte del dictador fueron en junio de 1977, después de que el gobierno de Adolfo Suárez, despejara algunos caminos institucionales, y la Constitución no se aprobó hasta diciembre de 1978, más de tres años después de la muerte de Franco. El franquismo, con nombres y apellidos, y con algunos de sus poderes, proyectó una larga sombra, se reinventó, reconstruyó otras vías. Pero es verdad que la democracia comenzó a aparecer con fuerza, desde las instituciones reformadas y desde una parte importante de la sociedad civil que llevaba años movilizándose para que eso ocurriera.
¿Cómo se explica que tras 50 años no sea posible fijar un relato común sobre su figura?
No es nada extraño que no sea posible fijar un relato común. La mayoría de los historiadores que investigamos y enseñamos esa historia estamos de acuerdo en los aspectos básicos de ese largo período de nuestro pasado, que comenzó con un golpe de Estado contra la República, continuó con una guerra civil en la que Franco conquistó el poder a sangre y fuego y lo consolidó en una paz incivil con crueles políticas de persecución y exclusión. Pero quedan memorias muy divididas sobre esa historia, porque la memoria abrumadora de los vencedores apenas dejó grietas hasta la muerte de Franco para que la de los vencidos recuperaran la suya, y el miedo desaparecieran Los últimos años del siglo XX cambiaron ese proceso, aparecieron diferentes expresiones de esa memoria vencida que reclamaban información y exhumar los restos de sus familiares desaparecidos, que nunca fueron registrados y que los gobiernos de la democracia ignoraron hasta la llegada de Rodríguez Zapatero en 2004, treinta años después de la muerte del dictador. Y en los últimos años, el uso y abuso político de ese pasado ha añadido un ruido infernal, alejado del conocimiento y de la educación sobre la historia.
Se vuelven a escuchar discursos políticos que legitiman la dictadura.
Los partidos de derecha que heredaron y recogieron la sombra alargada de la dictadura nunca confrontaron ese pasado con libertad y no sintieron ninguna vergüenza por lo que había pasado en esa larga dictadura. Y en los últimos años la aparición de Vox ha introducido sin complejos una interpretación de la historia de España, desde la Reconquista a Franco, en la que solo aparecen las partes más gloriosas y heroicas. En el caso de Franco, les dicen a los jóvenes que no vivieron aquel período de muerte, humillación y falta de libertades, que en la primera parte de su dominio, Franco solo persiguió a criminales y rojos que se lo merecían, pero que en realidad lo que hizo fue modernizar España.
El rey ya ha intervenido con sus memorias en el relato de la Transición, ¿existe margen para revisar su figura según su nuevo relato?
No voy a opinar sobre esas memorias hasta que aparezcan en España, a comienzos de diciembre. La figura de rey ’emérito’, un término que no existe en nuestra actual Constitución de 1978, forma parte de una historia de décadas y debe ser analizada por los historiadores a la luz de los documentos y de la nueva información que aparece. Con la publicación de sus memorias, que él mismo ha anunciado que las saca a la luz porque siente “que le han robado su historia”, habrá de nuevo ruido, mucho calor, pero espero que también alguna luz que abra debate sólido y serio.
¿Cómo valora el proyecto de resignificación del Valle de los Caídos?
No me gusta el término “resignificación”. Es un lugar de memoria, la mayor manifestación de la simbiosis ente la política y la religión en la dictadura, y los lugares de memoria hay que explicarlos, sin adaptarlos al presente. Ni destruirlos, ni ajustarlos, porque entonces ya no forman parte de la educación sobre la historia.
Estos días en algunos institutos de Aragón han aparecido pintadas abiertamente fascistas. ¿Por qué se está produciendo este giro de la adolescencia?
Es un pregunta para responderla con tiempo, espacio y muchos matices. Y diferenciar entre lo que se enseña en las aulas y lo que captan en las amplias redes de manipulación de las que se nutren. Lo que escuchan y estudian, en términos generales, en la enseñanza de la historia de los fascismos no es suficiente para contrarrestar y parar las mentiras.
¿Qué ha fallado en 50 años para que las nuevas generaciones giren la vista a regímenes totalitarios?
La quiebra de algunos valores básicos de la democracia. Y un nuevo capitalismo, representado por nuevos ricos con riquezas escandalosas, que ha alimentado en todo el mundo millones de trabajos precarios, sin beneficios sociales, con un elogio ingente del dinero, desprecio a los pobres e inmigrantes, y que echa la culpa a los políticos de todo lo que generan y alimentan. Y los políticos que han salido de esa gran transformación son populistas que dicen tener soluciones fáciles a problemas complejos y defienden políticas de exclusión, basadas en el ultranacionalismo, el rechazo a la inmigración, la negación a los avances científicos y los discursos frente a la igualdad.
El panorama internacional no parece ir a mejor…
Es una reacción universal, que está cambiando las normas internacionales y la vida de los ciudadanos. Por ahora, las armas las controlan los ejércitos y las fuerzas de seguridad subordinadas al poder democrático. Si eso cambia algún día, algo posible, entraremos en otra período de atrocidad moral.
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