El doctor Ángel Charte, de 69 años, uno de los 100 mejores médicos españoles según la revista Forbes, internista del Hospital Universitario Dexeus, del Grupo Quirónsalud, máximo responsable médico del Mundial de motociclismo y especialista en politraumatismo severos, hacía muchos años que no lloraba.
Concretamente desde el 3 de junio de 2016 cuando se vio obligado a entrar en su despacho, en el Circuit de Catalunya, donde le esperaba Maria Antonio Horrach, madre del joven Lluís Salom, para comunicarle que el fogoso pero cerebral piloto mallorquín había fallecido. “Vete, Ángel, vete, no quiero verte”, fue lo que le dijo María nada más verle cruzar la puerta de aquella habitación e intuir lo que le iba a comunicar.
El pase, la acreditación, que llevamos colgado del cuello los 1.500 habitantes del ‘paddock’ del Mundial pone, con letras mayúsculas, MOTORSPORT CAN BE DANGEROUS. Todos sabemos que el deporte del motor puede ser peligroso. Es peligroso. Y si alguien lo sabe mejor que nadie es el doctor Charte, que, el pasado 26 de octubre, en el circuito de Sepang (Malasia), allí donde hace 24 años murió el italiano Marco Simoncelli, una de las más firmes promesas y realidades del deporte de las dos ruedas, dio paso a la creación de la brigada de intervención inmediata que capitanea el galeno catalán. Ese equipo salvó la vida, no reanimó, no, resucitó, hace 13 días, a dos de los más jóvenes pilotos de Moto3, el campeón José Antonio Rueda y el suizo Noah Dettwiler, ambos de 20 años.
Cuando el equipo del doctor Ángel Charte llevaba ya varios minutos atendiendo, de urgencia, a vida o muerte, al joven suizo Noah Dettwiler, de repente se enteró que, a 50 metros de ellos, yacía, también inconsciente, el campeón español José Antonio Rueda.
Días después de que falleciera Simoncellí, cuyo tremendo impacto aún perdura, Carmelo Ezpeleta, máximo responsable de la compañía Dorna Sports, ahora propiedad de la estadounidense Liberty Media, decidió crear el mejor equipo médico de intervención inmediata que existe en el mundo del ‘motorsport’ para evitar que, en la medida de lo posible, no volviese a producirse muerte alguna en la pista. La gestión quedó en manos del doctor Charte, que creó un amplísimo equipo de especialistas en todo el mundo (en cada circuito que el Mundial visita hay un grupo de médicos a disposición de Charte) y convirtió dos inmensos BMW, el Omega 1 y Omega 2, en dos auténticas UCI o quirófanos móviles, de intervención inmediata.
El pasado 26 de octubre, hace apenas 13 días, cuando Charte aún no se había puesto el casco para sentarse en el asiento del copiloto de uno de esos BMW, conducido por Mike Lafuente, su piloto de siempre, recibió un aviso por radio de que un piloto yacía inconsciente más allá de la curva 3 del trazado de Sepang (Malasia).
Dos quirófanos con ruedas
A Charte no le dio ni siquiera tiempo a pensar que aquella llamada no tenía lógica, pues los pilotos estaban dando aún la vuelta de formación de la parrilla, de reconocimiento y, por tanto, lo no se podía imaginar el galeno era que Dettwiler, que circulaba lentísimo, a 70 kms/h., unos dicen que por despiste o imprudencia y otros porque su moto se acababa de averiar, fue embestido, a 190 kms/h., por el nuevo campeón del mundo, que fue incapaz de driblar la moto del joven suizo.
Los dos pilotos volaron, de forma violenta, por los aires y los dos se estrellaron contra el asfalto, provocando el mayor susto de la temporada y, sobre todo, lanzando a la pista, a la velocidad de los cazas, al Omega 1 y Omega 2, donde iban Charte, una doctora de intensivos y un paramédico de politraumatismos severos malayos, acompañados de un par de ayudantes más.
Dr. Ángel Charte, in a meeting yesterday at the Portimao circuit (Portugal) with his team of physiotherapists. / EMILIO PÉREZ DE ROZAS
“Cuando llegamos al lugar del accidente”, explica Charte con la voz entrecortada, pero entero, “Noah estaba ya en parada cardiaca, inconsciente e iniciamos el RCP (proceso de Reanimación Cardio Pulmonar), que es el procedimiento de urgencia para ayudar a una persona que ha dejado de respirar o cuyo corazón ha dejado de latir”. Pero Noah estaba destrozado por dentro, le había estallado el bazo y su cuerpo se empezaba a encharcar de sangre.
El equipo de intervención rápido del Mundial actuó con una precisión, método, eficacia y profesionalidad única, nada que ver con cualquier otra intervención médica. “Yo vivo a diario situaciones así en el hospital. Yo oigo en multitud de ocasiones en mi ‘walkie’ el grito de ‘¡parada cardiaca en la habitación 415!’, pero, cuando llego a la habitación o bajo al quirófano, ya todo está bajo control, sé qué padecía el paciente, sé cómo y por qué se ha generado la parada cardiaca y, además, no solo tengo el mejor equipo médico que existe, con ayudantes de todas las especialidades, sino que los aparatos que tengo a mi alrededor son los mejores que existen en el mercado”.
Noah Dettwiler sufrió, mientras era recuperado de sus múltiples lesiones, hasta tres paradas cardiorespiratorias consecutivas, la última de ellas podía haberle provocado la muerte pero fue salvado por los médicos en una gestión admirable.
Pero cuando Charte y su equipo médico llegaron a la curva 3 de Sepang, todo debía resolverse en cuestión de segundos, ni siquiera minutos. Y no en una sofisticada mesa de operaciones, no, sino sobre la gravilla, sobre el asfalto, en el puto suelo. Ahí no hay tiempo de hacer diagnóstico alguno, aquí se trata de salvar vidas. Y, contrariamente a cuando acudes corriendo a la habitación 415, en ese asfalto nunca sabes si te vas a encontrar un joven con fractura en la base del cráneo, con múltiples fracturas de clavícula, brazos o piernas o con la barriga abierta.
Recuperar a Noah fue tarea de titanes. “A mí nadie me tiene que dar las gracias, nosotros no venimos aquí a curar resfriados, venimos aquí a salvar vidas y todo el mérito, todo, hay que dárselos a nuestros equipos médicos y a Dorna Sports que decidió crear esta unidad y dotarla de los mejores vehículos, material médico y profesionales que existen”, comenta Charte.
Lo de Noah y ahora se puede decir, fue un auténtico milagro, una proeza. Noah sufrió no una, ni dos, sino ¡tres paradas cardiacas! Noah se había despedido del mundo en tres ocasiones y el grupo de Charte le hizo revivir las tres veces que su corazón dejó de latir. Entubado, ya con medicación, monotorizado, Noah sufrió, primero, dos paradas cardiacas. Repito, puro milagro.
Puñetazo ‘a lo Tyson’
Inmediatamente después de la segunda parada respiratoria, Mike Lafuente, el piloto habitual del Omega 1 en el que se desplaza Charte, se acercó al doctor y le dijo que un comisario de pista le acababa de decir por radio que, a 50 metros de donde estaban atendiendo a Noah, había otro piloto inconsciente. Segunda noticia, segundo aviso, segunda alarma que Charte no acabó de creerse. ¡Un segundo piloto! Y, rápidamente, se fue en busca de Rueda, que era el otro joven que yacía inconsciente sobre el asfalto.
El corazón del reciente campeón del mundo de Moto3 también se había parado y Charte, nada más llegar hasta él, le golpeó con el puño cerrado sobre el corazón. Fue pura agresión. Fue una compresión bestial, un puñetazo digno del mejor Mike Tyson. Y Rueda, afortunadamente, respondió de inmediato. Segundo milagro.
Cuando el doctor Charte llegó ante Rueda, que, además de una parada cardiorespiratoria, sufría un traumatismo craneoencefálico como el de Noah, lo primero que hizo fue propinarle un puñetazo en el corazón para reanimarlo y el joven español respondió de inmediato.
La reacción inmediata de Rueda, permitió al reducido equipo médico que acudió en su auxilio mientras el resto mantenía con vida a Dettwiler, trabajar en la recuperación del joven español que, como ya habían diagnosticado a Noah, sufría también un importante traumatismo craneoencefálico.
Sabiendo, intuyendo, que Rueda estaba ya a salvo, desconociendo “porque eso era lo que menos nos importaba en aquel momento ¡por descontado!” que se había destrozado una de las manos, el doctor Charte volvió corriendo junto a Dettwiler y, nada más llegar a él, se produjo la tercera parada cardiorespiratoria.
Esa sí fue complicada, crítica, temible y que pudo sacarse adelante colocándole un LUCAS, aparato de comprensión mecánico que realiza compresiones cardiacas continuas y eficientes en pacientes que sufren una parada cardiaca, provocando que el corazón no deje de palpitar.
Cementerio de glóbulos
Fue entonces cuando Charte decidió reclamar, de inmediato, la presencia del helicóptero medicalizado en la curva donde estaba Noah, que no reaccionaba, que no hablaba, que estaba en estado grave, no crítico, pues estaba controlado, pero necesitado de volar, de inmediato, al Hospital General de Kuala Lumpur, público y dotado de los mejores equipos médicos e instrumental.
Al llegar al centro médico de la capital, se confirmaron todos los pronósticos del equipo de Charte y Noah fue intervenido, de inmediato, para extraerle el bazo (“se trata de un órgano del que, en caso necesario, de urgencia, de vida o muerte, podemos prescindir de él, pues no es más que un cementerio de glóbulos rojos”).

Dr. Ángel Charte, on the right, in an accident simulation, in Misano. / EMILIO PÉREZ DE ROZAS
Ni que decir tiene que eso era lo que más preocupaba a los doctores malayos, cuya principal preocupación siempre fue cortar el principal problema que sufría Dettwiler. Es evidente que, dado el cuadro médico de Noah, que ya se encuentra en Suiza en manos de buenos médicos y mimado por sus familiares, la doble fractura de tibia y peroné era un mal menor, facilmente solucionable a posteriori.
Rueda, sí, también estaba grave pero, a nivel cardiaco, se fue recuperando poco a poco y el equipo de Charte tampoco perdió el tiempo en su mano fracturada, que ya ha sido intervenida, en Barcelona, por el doctor Xavier Mir, después de que su amigo de la Dexeus le enviase un detallado estudio cerebral y cardiopulmonar del campeón mundial.
Eso sí, Rueda no se acordaba de nada y, antes de subirlo al helicóptero que acababa de dejar a Noah en el Hospital General de la capital malasia en coma inducido, Charte se acercó al joven campeón español y le dijo “José Antonio, soy el doctor Charte, si me oyes, si entiendes mis palabras, parpadea” y Rueda parpadeó, con lo que el doctor de los pilotos se quedó ya mucho más tranquilo.
Objetivo: salvar vidas
“Este es un deporte espectacular y, sí, desde muy niños todos ellos saben que se juegan la vida en cada entrenamiento y carrera”, recuerda Charte. “Las alegrías que nos proporcionan estos jóvenes son casi infinitas, pero no podemos mentir ni engañarnos a nosotros mismos: es un deporte de riesgo y, por tanto, debemos poner todos los medios a nuestro alcance para limitar los daños”.
Es por ello que existen estas dos unidades de cuidados intensivos de intervención inmediata y, por descontado, auténticos especialistas en salvar vidas. “Nuestro objetivo, nuestra finalidad, es estabilizar hemodinámicamente al paciente, liberar la vía aérea y realizar las tareas de animación cardiopulmonares, preparando al piloto para un posible traslado al hospital donde, gracias a nuestros primeros auxilios, pueden salvarle la vida, de eso no hay duda”.
El equipo de Charte reconoce, con la boca pequeña, que no suelen hablar entre ellos de milagros, ni siquiera hacen grandes fiestas, bueno, no hacen ninguna fiesta cuando salvan a algún piloto “pues los médicos existimos para eso”. “Aquí nos tenemos que espabilar solos, no podemos lamentarnos, no podemos llorar, no podemos venirnos abajo, la vida del piloto depende de que nosotros actuemos con eficacia en cuestión de segundos, de minutos y, para ello, debes tener un equipo tan bueno, eficaz, profesional y experto como el que tenemos nosotros en cada trazado”, insiste Charte.
Antes de despedirse de Rueda cuando lo trasladaban al helicóptero medicalizado, el doctor Charte encaró al campeón español y le preguntó si era capaz de oir e interpretar sus palabras. “Si me oyes, si me entiendes, parpadea”, a lo que Rueda respondió parpadeando ligeramente.
Es evidente que cuando Rueda y Dettwiler salieron volando, vivos, estabilizados, hacia el Hospital General de Kuala Lumpur, el equipo de Charte respiró tranquilo “aunque siempre esperas que los doctores que reciban a tus pacientes se esmeren como te has esmerado tú y, sí, la verdad es que siempre los sacan adelante, aunque tú pienses que, como nosotros, no los atenderá nadie. Y, sí, hay buenos profesionales en todos los rincones del mundo”.
Charte, repito, que habla poco de alegrías y no utiliza la palabra milagro en ningún momento, sí reconoce cierta tristeza cuando se producen accidentes como este último de Sepang. “La primera sensación siempre es de tristeza, sí. Luego, cuando ves que Rueda ya está casi del todo bien, tu satisfacción es enorme y no engaño a nadie si digo que sobre Noah mantengo una preocupación profunda y por ello sigo en contacto con sus médicos, aunque la familia Dettwiler ha preferido mantener un hermetismo absoluto sobre su hijo, lo que hasta me parece bien”.
Charte reconoce que los médicos de intensivos, ya ni les cuento cuando protagonizan este tipo de intervenciones inmediatas a vida o muerte, nada que ver con bajar al quirófano de la Dexeus, tienen sus trucos y, llegado el momento, hasta inventan. “No diré que guardamos más de un conejo en la chistera, pero cuando llevas 46 años intentando que el paciente no se te vaya de las manos, algunos trucos tienes que tener y varios de ellos, o muchos, te han servido para salvar vidas, aunque cuando se te van, cuando los pierdes, como nos ocurrió con Salom, el corazón se te hace añicos. Como a todos”.
