La sucesión de Carlos Mazón como president de la Generalitat Valenciana va a estar pilotada desde Madrid. Pese a los mensajes públicos de la dirección nacional del PP, la intención en los despachos de la calle Génova es tener el control de los tiempos, los acuerdos y de las concesiones a Vox. La del Palau de la Generalitat es una transición muy sensible, y llega en un momento de alta tensión entre Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal, tras meses de choques compitiendo por el electorado conservador, en un contexto preelectoral en varias autonomías y con la formación ultra comiéndole terreno en las encuestas.
Esta voluntad de controlar los tiempos parte de una premisa: el PPCV es el origen de algunos de los mayores disgustos de Alberto Núñez Feijóo desde su aterrizaje en Madrid en febrero de 2022. Tras las elecciones autonómicas del 28 de mayo de 2023, que llevaron a Pedro Sánchez a convocar las generales para el mes de julio, un pacto exprés entre Carlos Mazón y Vox fue la piedra sobre la que el PSOE edificó una remontada que dejó a Feijóo fuera de la Moncloa, donde parecía destinado. Aquellas conversaciones quedaron en manos del propio Mazón, Pérez Llorca y Barrachina. Y en media hora cerraron un acuerdo que acabaron replicando otras autonomías, y que movilizó a la izquierda española para las generales.
Aquel episodio marcó las relaciones de Génova con Valencia. La cuestionada gestión de la dana de Carlos Mazón ha vuelto a condicionar el día a día de Feijóo, en estos doce meses atravesados de erupciones informativas y judiciales que han obligado a la dirección a dar explicaciones, marcar distancias e incluso a establecer por momentos un cordón sanitario. Antes del verano, se estudió incluso la posibilidad de llevarse de Valencia el congreso europeo del PP que había sido asignado antes de la dana.
El último episodio que ha avivado la desconfianza ha sido precisamente la salida precipitada de Mazón, que ha llevado incluido el órdago del PPCV para tratar de imponer al sucesor, Juanfran Pérez Llorca, y al candidato para las próximas elecciones, Vicent Mompó. El cabreo en la dirección nacional ha sido sonoro.
Mientras la negociaciones avanzan con calma, Vox está comenzando a marcar los límites del terreno de juego. Santiago Abascal ha encargado el proceso a un fiel del ala dura, su secretario general, Ignacio Garriga. “Vamos a ser más firmes y más exigentes”, dejó claro este miércoles el líder nacional de Vox, un mensaje refrendado, como es costumbre, desde Valencia.
El síndic de Vox en las Corts, José María Llanos, añadía: “Nos dan igual los nombres, solo negociamos sobre políticas”. Esas políticas ya quedaron claras el pasado mes de mayo, cuando Vox forzó a un Carlos Mazón necesitado de oxígeno a asumir públicamente sus postulados para aprobarle los presupuestos de la reconstrucción.
En Vox, dice Abascal, están acostumbrados a que el PP les intente “engañar” y a que “no cumpla con sus compromisos”. Con el PP necesitado de los votos para investir un candidato y evitar elecciones anticipadas como sea, las exigencias se prevén elevadas. Y pivotarán sobre puntos como la inmigración (hace unos días Vox ya organizó un acto frente a un centro en València que acoge a menores no acompañados), así como el rechazo a las políticas del Pacto Verde Europeo.
Pérez Llorca, en silencio
Sin novedades sobre el proceso negociador, toda la atención se sitúa en el nombre que, salvo sorpresa, debe articular el pacto. El síndic del PPCV, Juanfran Pérez Llorca, parece el señalado como sucesor de Mazón para agotar la legislatura. Precisamente Llorca ha entrado en estado de aislamiento. El secretario general del PPCV y portavoz parlamentario en las Corts se ausentó este martes de la junta de síndics. Desde su entorno alegaron trabajo en el ayuntamiento, pero lo cierto es que en los últimos días ha reducido al máximo sus contactos, incluso con los dirigentes del partido. Esa falta de certezas mantiene al partido con los nervios de punta, con intenso tráfico de whatsapp alimentando teorías y movimientos sobre dirigentes que se posicionan pensando en el día después. La alcaldesa de Valencia, María José Catalá, insistía este miércoles en autodescartarse: “Soy y seguiré siendo alcaldesa mientras los valencianos quieran”.
Mientras tanto, el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, reclamaba a Vox que contribuya a “mantener la estabilidad” en el Consell en plena reconstrucción: “Lo demás sería de una irresponsabilidad de la que los ciudadanos tomarían buena nota”.
