Cuando Koundé falló en el minuto 89 ante Courtois después de una jugada inventada por Lamine Yamal, el Bernabéu, revolucionado por una falta de Pedri, suspiró. La expulsión del canario minutos después finiquitó un encuentro que el Real Madrid celebró por todo lo alto. Supuso levantarse contra los agravios de la pasada campaña, en la que Flick maniató al conjunto de Ancelotti. Con reposo, la idea que se mastica es la de un clásico en la que el Barça no salió tan golpeado como hubiera querido el Madrid.
El penalti fallado por Mbappé
“Salieron vivos”, era la idea que se masticaba en el Bernabéu, sobre todo después de una primera parte apabullante en la que Mbappé vio cómo le anulaban un gol desde el que el Madrid pretendió construir una goleada como las que el Barça le asestó el año pasado. El penalti fallado por el francés ante Szczesny, tras una gran parada del polaco, desnortó al conjunto blanco, que acabó reculando. La acción de Koundé salió cara para los azulgranas la temporada pasada, dándole el triunfo en la Copa del Rey.
La idea básica del Real Madrid era cortar una racha que habría llevado al Barça a sus mejores registros, alcanzados entre 2008 y 2010, cuando firmó cinco triunfos seguidos, desde la llegada de Guardiola al banquillo del Camp Nou. Hay que remontarse a los años setenta para encontrar una gran hegemonía de uno de los bandos que están prácticamente empatados, a pesar de los vaivenes históricos, lo que demuestra las características especiales que tienen estos patrtidos. La mejor serie de victorias en la historia de los clásicos la logró el Madrid entre 1962 y 1965 (siete seguidos).
Los de Xabi Alonso termiaron con 23 tiros, 10 a puerta, de ellos, siete bloqueados y 17 dentro del área. Estadística que se tradujo en un 2-1 que firmaron Mbappé y Bellingham. Enfrente, el Real Madrid tuvo a un Barça diezmado por las bajas (hasta siete) y sin Flick, que vivió el encuentro desde una de las cabinas del Bernabéu. “Más ocasiones que juego”, fue el diagnóstico repetido en el desfile de almas de un Bernabéu alterado por el desenlace final. Un reflejo del alivio vivido y que permite cambiar temporalmente la historia.
Liverpool y competir fuera en Europa
Por eso, Xabi Alonso, quien dijo que “la victoria es corta”, apaciguó rápido la fiesta en el campo. Como un profesor de instituto, terminó con el corrilo de un grupo pletórico que se sacó la espina del derbi madrileño contra el Atlético. Aunque el más aliviado fue el propio entrenador vasco, quien en rueda de prensa fue muy claro: “Hemos vuelto a ser competitivos en partidos así”. Esta sensación le liberó del terremoto que generó una sustitución de Vinicius que se apagó por el resultado y la euforia final, pero cuyos efectos se mantienen latentes.
Ahora bien, la siguiente prueba es hacer palpable este cambio fuera de casa y en Europa. Para ello, la ocasión inmejorable tendrá lugar el martes que viene en Anfield, contra un Liverpool de Arne Slot que no vive sus mejores momentos, pero cuyo alto ritmo es siempre sinónimo de competitivdad. Como sucede con todos los equipos ingleses. La pasada temporada, el Madrid vivió uno de sus peores días ante el conjunto ‘red’, cuando Mbappé falló un penalti crucial que certificó un mal arranque del que no logró reponerse hasta la entrada del nuevo año. Por tanto, un partido marcado en rojo en el calendario.

