Confundir ambición con prepotencia es peligroso. Y una falta de respeto. Nocivo.com. La UD sumó un punto ante un Mirandés desactivado por el buen hacer defensivo de la telaraña de Luis García Fernández (0-0). Tiene mérito salir airoso a la noche de los accidentes. En el reino malévolo de Ais Reig, todo puede pasar. En el kilómetro 17 de la maratón por la gloria -ya solo quedan cuatro fechas para el ecuador-, los amarillos están a dos puntos del ascenso directo.
Competir en inferioridad numérica, por la dinkada de Dinko Horkas -error garrafal por sacar la mano fuera del área tras ser sorprendido por Carlos Fernández-,activó el modo coraje. Sistema de ayudas, repliegue, un chalé en el bloque bajo, Churripi de animal volador, Barcia imperial, Marvin emulando a Panucci y Viera de sacrificado por la causa -fue sustituido en el 40’ para dar entrada al meta Caro-.
El técnico pío pío respondió con sapiencia y rapidez de reflejos para no pasar apuros -y los que llegaron ahí estaba el exarquero de Cádiz y Burgos, que debutó en Liga de amarillo-. Luis García dejó una sustitución sin ejecutar (saltaron Churripi, Gil, Viti Rozada y Jesé) para gozar sobre la bocina de una cabalgada del Bichito, que levantó otra al Gran Canaria.
Interpretar el 0-0 ante el penúltimo clasificado como el show de la nada o una falta de ambición conforma un brindis a la soberbia. Con Ale García y Sandro Ramírez KO, sigue sin llegar pólvora de la segunda línea. Cuesta ver puerta y la única solución, ante la crisis realizadora, pasó por vestirse de francotiradores del sudor eterno. Correr, correr y correr. Bajar al barro. Los números realizadores de Marc y Mata evidencian que el mercado invernal es la solución.
El inicio fue prometedor y en el once contra once, Lukovic desperdició un mano a mano ante Nikic. Viera, de titular por segunda jornada en este curso, jugó en su sitio y la primera media hora patentó un pulso abierto, salvaje y bajo la misma sintonía que contra el Albacete, Cádiz, Eibar o Cádiz -superados de forma incontestable por los amarillos en el jardín de Siete Palmas, un campo de minas para los rivales, desde el fútbol control del dogma luisista-. En esa fase de intercambio de golpes, perder a Dinko y a Viera en el mismo fotograma fue una losa. Así como la actuación desesperante de Ais Reig. Triste protagonista.
El arte de picar piedra
Jesé saltó con la ilusión de un alevín, en la semana que reclamaba una oportunidad de inicio. Solo participó siete minutos y no tiró peto alguno. De igual manera, Viera acató la decisión de Luis García de sacrificarle. Se abrazó con el técnico ovetense. Había que refugiarse debajo del cascarón y esperar una acción de contragolpe.
El arte del sacrificio. De pensar en el valor del conjunto. Cero egos. Desde esos parámetros de solidaridad extrema, Luis García logró paralizar al Mirandés, que marcha penúltimo. Varela, Pablo Pérez, Carlos Fernández y Marí se enredaron en esa red de músculo. Barcia y Mika estuvieron en todas. Sumar un punto en este universo del padecimiento no se regala. Vale un Pepe Dámaso. Un lienzo de vanguardia. Unidad a unidad, lesionado a lesionado, roja a roja…Había que superar al Mirandés y a la mira telescópica de Ais Reig, un clásico de terror para Las Palmas.
El centro-chut de Lukovic, el pase atrás de Gil y el balón largo a Jesé. Desde la nimiedad ofensiva, cabe premiar la entereza del Tyson de 2ª. Nadie puede aplastar a la UD camaleónica, que metaboliza cada contratiempo como si fuese heroína mágica. Sumar contra mil males, bien vale un aplauso.
