En un giro insólito que sacude al mundo del trail running, el presidente Donald Trump concedió el pasado 7 de noviembre de 2025 un indulto presidencial al ultracorredor Michelino Sunseri, condenado por cortar una curva en una senda del Parque Nacional Grand Teton, en Wyoming.
El caso se remonta a septiembre de 2024, cuando Sunseri, en plena tentativa de récord de velocidad (FKT) en el Grand Teton, decidió tomar el llamado old climbers’ trail, un antiguo sendero que recorta una de las curvas oficiales del recorrido. Aunque el desvío ha sido usado históricamente por montañeros, el Servicio de Parques Nacionales (NPS) lo había cerrado con señalización expresa.
Tras publicar su logro en Strava, el propio Sunseri admitió haber tomado el atajo y defendió su decisión: “Haría exactamente lo mismo otra vez”. Esa declaración provocó una tormenta mediática sobre el respeto ambiental, la ética del trail y la severidad de las sanciones. El corredor fue acusado de una falta federal menor, sancionable con hasta seis meses de prisión o una multa de 5.000 dólares.
Su defensa, encabezada por el abogado Edward Bushnell y el jurista de Harvard Alex Rienzie, alegó “sobrerregulación y castigo desproporcionado”. Incluso un alto funcionario del NPS intentó frenar el juicio, calificando el caso como “una criminalización excesiva”. Sin embargo, en septiembre de 2025, el juez Stephanie Hambrick declaró a Sunseri culpable.
La reacción del mundo del trail fue inmediata. Algunos atletas denunciaron una persecución absurda por una infracción menor, mientras otros defendieron la necesidad de proteger los senderos oficiales. El debate trascendió el deporte y llegó a la política, hasta que Trump, en un gesto tan mediático como polémico, firmó el indulto que limpia el historial penal del corredor.
El “caso Sunseri” queda así como un símbolo de las tensiones entre la pasión por el rendimiento, la sostenibilidad y la justicia, reabriendo la eterna discusión sobre dónde termina la aventura y dónde empieza la ley.
