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La escena, a primera vista, helaba la sangre. Un gesto torcido, y el silencio del estadio. Cuando Ewa Pajor se llevó la mano a la rodilla derecha y se retiró llorando, muchos pensaron lo peor. La historia reciente del fútbol está llena de esas imágenes que acaban con meses —a veces años— de baja. Esta vez, sin embargo, la historia quiso escribirse de otro modo. El diagnóstico llegó como un soplo de alivio en el Barça: lesión del complejo posterolateral, sin daños asociados. Cuatro a seis semanas fuera. Poco que ver con el escenario más temido.

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