El corazón del Ciutat de València quedó congelado ante la noticia de la retirada de Vicente Iborra. Cada una de las gradas del coliseo de Orriols vivió su trayectoria profesional desde la emoción más absoluta y con un orgullo infinito por cómo, pese a agigantar su figura en cada uno de los clubes en los que militó, nunca se olvidó de su Levante durante una etapa plagada de éxitos. Por ello, todos los levantinistas lloraron de tristeza al sentir que la luz de su eterno capitán, el ‘10’ que mejor representó no solo los colores azul y grana, sino también los valores de un club enorme, dejaría de guiar a los suyos desde el terreno de juego después de verle cumplir los sueños de cualquier granota. No fue una decisión fácil. Y más, cuando la tomó sin apenas tiempo para asimilarla. Sin embargo, ese fue su deseo: retirarse en silencio y sin focos. Sin homenajes, por mucho que estuvieran más que justificados tras dibujar una carrera de ensueño. Lideró la resurrección y los años más exitosos de su Levante, hizo tricampeón de Europa al Sevilla, jugó en la Premier League, rescató al Villarreal del abismo, para hacerlo campeón por primera vez en su historia, y, tras ver cómo tuvo que hacer escala en Grecia, después de que el fútbol le diera la espalda en su primer regreso al Levante, no dejó de pelear hasta ver al equipo de su vida en la élite para, a su vez, poder quedarse con la conciencia tranquila. Pocas trayectorias existen en el mundo del balompié como la de un Vicente Iborra que siente que lo dio todo cuando estuvo en activo, pero que, pese a reconocer que los acontecimientos de su retirada le ‘atropellaron’, inicia una nueva etapa en los banquillos partiendo de asistente y feliz de seguir vinculado a su querido Levante. El club de su corazón.
P: Han pasado cuatro meses desde su retirada y aún se hace extraño no verle sobre el césped.
Pasar de estar muchos años en activo dentro del césped, a apartarme del terreno de juego, es una situación extraña incluso para mí, pero ya está. Es verdad que lo primero que quería era tener una buena pretemporada y encarar este curso con mejores sensaciones que la anterior, pero no quería que fuera una decisión egoísta, que las cosas no fueran bien y que, una vez ahí, no hubiera marcha atrás. Quise tomar la decisión más inteligente posible y, sobre todo, pensando en el equipo y en el club. Creo que fue lo mejor para todos.
P: ¿Ya se ha adaptado a su nueva realidad? ¿O echa de menos su etapa como futbolista?
Me estoy adaptando, pero echo de menos disfrutar del fútbol dentro del campo. Hasta de cualquier partido. El mero hecho de tocar balón, dar un pase, competir en el terreno de juego… Lo echo de menos y lo echaré de menos porque es lo que siempre he hecho y me ha gustado hacer.
P: ¿Se pasan más nervios fuera o dentro del campo?
Desde fuera, obviamente. Desde dentro tienes los inevitables nervios previos, pero, cuando estás dentro, todo es diferente. Desde fuera ese sufrimiento se lleva durante los 90 y tantos minutos que dura un partido.
P: Sin embargo, nadie se esperó su retirada tras verle ilusionado con jugar en Primera División con el Levante.
Mi primera idea era seguir en las mejores condiciones posibles, pero se dan decisiones y situaciones en las que uno piensa y valora muchas cosas. Decidí que era el momento de terminar, pero estoy en el Levante ayudando, que es lo que quiero. Es cierto que, durante una temporada, cuando ya te planteas finalizar la etapa es todo más llevadero y natural. Cuando todo ocurre más rápido, no es tan fácil y toca asumir cosas a gran velocidad, pero es la situación que se dio. Prefiero quedarme con lo bueno y mirar al frente con la ilusión de empezar otra etapa, de la que tengo muchas ganas.
P: Ni mucho menos pensamos que el del Eibar sería su último partido.
No es fácil asumir que el del Eibar fue mi último partido, pero así lo fue. Tampoco quería ninguna despedida ni nada fuera de lugar. En el momento que se diera, prefería que fuera lo más natural y rápido posible. Que no me diera tiempo a pensar. No obstante, me despedí y, a los pocos días, ya estaba otra vez en campo con el equipo, aunque desde otra faceta.
P: Sí fue el último de Kochorashvili, a quien le dio el brazalete de capitán.
Los caprichos que tiene el fútbol. Sé lo que significa el club para Kochorashvili. Era su último partido y, en esos minutos en los que entró, y más sabiendo que nos había ayudado pese a tener problemas físicos, qué mejor manera de despedirse que con el brazalete para que sintiera el cariño de su gente, lo que le queremos, lo que le apreciamos, que le deseamos lo mejor y que, por qué no, ojalá en un futuro pueda volver.
P: Hasta le dio tiempo de darle las gracias a Danvila por su gestión. ¿Qué le llevó a tener ese gesto con el máximo accionista?
Le di las gracias a Danvila por muchas cosas. En primer lugar porque, en un momento complicado del club, ha sido él quien le ha dado viabilidad con su gestión y, sobre todo, con su inyección económica. Es muy fácil decirlo, pero luego hay que hacerlo. Danvila ha sido el que ha puesto en riesgo su propio patrimonio y quien ha puesto en peligro su dinero. Y lo ha hecho por la viabilidad de mi club. Por eso me sentía en deuda con él a la hora de que salieran las cosas bien. Y, en segundo lugar, porque ambos sabemos lo exigente que he sido con él en alguna conversación. Sobre todo, desde la temporada pasada, que fue cuando empezamos a trabajar juntos y a tener una relación más fluida. Él como máximo responsable del club, y yo como capitán, tuvimos muchas charlas y me demostró esa capacidad de trabajo que tiene por y para el Levante. Sobre todo, en muchos momentos puntuales. La temporada pasada me demostró que su compromiso con el Levante era máximo, siempre está en busca de soluciones. Cada cosa que le pedía, porque creía que iba a ser buena para plantilla, era el primero en buscar una solución y dárnosla. Por eso creo que merecía ese reconocimiento.
P: ¿Qué se le pasa por la cabeza cuando toma la decisión de retirarse y siente que no hay marcha atrás?
No es un momento fácil. Te vienen muchos pensamientos a la cabeza. Pensamientos egoístas de seguir y disfrutar en Primera División, en mi club y dándome igual el resto, pero no era la manera correcta. Me sentía satisfecho con lo que había hecho y puse en una balanza unas cosas y otras. De ahí tomé la decisión, pero no fue fácil. Sobre todo, a la hora de comunicárselo a mis hijos. Ellos pensaron que se acababa todo: que se terminaba el fútbol y que se acababa el Levante. No fue así, pero no fue fácil. Los días previos sí que fueron movidos, piensas que lo que has hecho durante toda la vida ya se acaba. La cabeza da muchas vueltas, pero, más tarde o más temprano, era una situación que tenía que pasar.
P: ¿Y qué balance hace de su carrera?
Es cierto que, más allá de los títulos y de los ascensos, echo la vista atrás, miro los lugares en los que he estado y siento que puedo llamar a amigos, gente que he conocido, personas con las que tengo relación… Puedo ir a esos lugares y, para mí, eso es lo más importante. El cariño que me pueden tener es más importante que lo que haya podido conseguir.
P: Su trayectoria la concluyó siendo el segundo jugador con más partidos en la historia del Levante (256). Habrá sido un honor para usted alcanzar dicha cifra.
Ser el segundo jugador con más partidos en la historia del Levante es un poco anecdótico. Pero, al fin y al cabo, es un orgullo. Es una cifra importante de partidos pese a haber pasado mucho tiempo fuera del club. Cada partido ha sido un disfrute, una alegría, un privilegio y un orgullo. Poder jugar y defender a mi Levante, y haber vivido lo que he vivido con su camiseta, es un motivo de orgullo y, sobre todo, de felicidad inmensa.
P: Esa carrera empezó cuando firmó con el Levante a los 15 años. ¿Cómo lo recuerda?
Recuerdo que eran los primeros días de la Ciudad Deportiva de Buñol, donde aún no tenía los campos que tiene ahora. Un panorama de mucha ilusión, en un club profesionalizado, grande y referente en València. Nunca había estado en un club así, por lo que lo afronté con la ilusión de un niño y desde el objetivo de progresar.
P: Jugaba de delantero, ¿puede ser?
En esas edades jugaba más de mediapunta. Debuté en el primer equipo como delantero, pero siempre me ha gustado fijarme en qué tendría que hacer un lateral, un extremo, un mediocentro, un central… Me ha gustado saber qué hacen mis compañeros por si, con tal de estar preparado, me tuviera que adaptar a un puesto diferente. Puede que dicha mentalidad me hiciera decantarme por los banquillos. El fútbol me ha llevado a participar en diferentes posiciones, desde más ofensivas hasta más defensivas, y, la verdad, es que he disfrutado de cada una de ellas. No me importaba jugar en la que fuera, siempre que el míster quisiera contar conmigo. Lo que quería era jugar y ayudar más allá de la posición.
P: Y, como delantero, debutó en el Ciutat de València, en enero de 2008, ante el Real Madrid. De hecho, se puede decir que sufrió el famoso ‘yunque de la adversidad’ a las primeras de cambio: tuvo el 1-1 y, en la siguiente jugada, los blancos hicieron el 0-2.
Sí, totalmente. Esa jugada la analizo muchas veces y creo que no hago bien el último movimiento. Tendría que haberme desmarcado a la espalda de la defensa, lo tengo clarísimo (ríe). Hubiera cambiado todo: de poder marcar en mi debut a que te hagan el 0-2. El contexto en el club no era el mejor, pero, a nivel personal, estaba en una nube. Lo que quería era hacer las cosas bien y que esa delicada situación mejorara lo antes posible. Que solo se hablara de fútbol. Era lo único que un chaval, recién debutado, quería. Uno, personalmente, lo único que deseaba era que se encontrara la mejor solución para que el Levante siguiera vivo. Y para que, de alguna forma, mi sueño pudiera seguir de la mano del club que me había dado la oportunidad de ser jugador de fútbol.
P: Debido a las delicadas circunstancias, ¿sintió que debía marcharse del club para progresar en una carrera que apenas comenzaba? ¿O nunca dudó de su continuidad en el Levante?
Tenía 19 años y es cierto que tenía poca experiencia, pero no pensaba en salir. Además, nadie de mi entorno me dijo que la situación fuera mala y que, por tanto, había que encontrar otras opciones. Lo que deseábamos era que se encontrara una buena solución. Confiamos en que así fuera. Es verdad que nos tocó estar en Segunda División, con los condicionantes que teníamos, pero seguimos hacia adelante. Lo más importante fue que, a los pocos años, pese a la delicada situación del club, se consiguió ese ascenso que fue el punto de inflexión para una nueva era.
P: Se ha visto que la decisión fue acertada. Vivió los mejores años del Levante en su historia.
He vivido de todo en este club. Empecé en Segunda División consiguiendo una salvación holgada, después de que las circunstancias nos hicieran replantear nuestros objetivos tras empezar la pretemporada con solo cuatro jugadores del año anterior y muchos chicos del filial. Y, al año siguiente, conseguimos ese ascenso, en el año del centenario, y de la manera más simbólica posible cuando nadie se lo esperaba. Esa familia que formamos fue la clave para lograrlo. El grupo humano que había, el saber lo que queríamos y el remar todos en la misma dirección hizo que consiguiéramos ese ascenso que nos dio, en todos los sentidos, muchísima vida. Los años posteriores, y lo que todo el mundo se identificó con el Levante, fue verdaderamente bonito. Fue un orgullo haber formado parte de esa plantilla.
P: El famoso Ave Fénix, ¿cierto?
Cuando da la sensación de que se va a acabar la vida del club, o cuando parece que el fútbol aprieta, el Levante resurge. Lo hemos conseguido recientemente. Ahora estamos en esa fase de resurgir, pelear y salir a flote.
P: Ascenso, permanencia y Europa. Se dieron unas circunstancias superiores a las que la gente esperaba.
Es cierto que nadie creía en ese ascenso por las circunstancias que nos rodeaban. Luego tuvimos una permanencia muy complicada. Hicimos 15 puntos en la primera vuelta, iniciamos la segunda perdiendo en Sevilla y, al final, hicimos 30 puntos más. En parte, por el grupo, la unión de todos y porque la grada sabía lo que el equipo necesitaba. Después, entramos en Europa League, aunque no nos clasificamos a Champions de milagro. Nos quedamos a tres puntos del Málaga, habiéndole ganado el golaverage, tras esos últimos partidos en los que Koné no pudo competir. Quizás, si los hubiera jugado, habríamos entrado en Champions. Igualmente, la clasificación para la Europa League fue muy importante y bonita. La disfrutamos y la competimos, no pasamos de puntillas por Europa.
P: Y tanto. Se quedaron a una prórroga de distancia de medirse en cuartos de final al Chelsea.
Hicimos una Europa League muy buena. Pasamos la fase de grupos ante equipos importantes, eliminamos a Olympiacos y después nos plantamos contra el Rubin Kazán en octavos de final y con la baja de Obafemi Martins. Nos condicionó, era un hombre muy importante. Justo antes del partido de vuelta se marchó. Paradójicamente era uno de sus exequipos, por lo que le hubiera dado algo de motivación. Pese a las circunstancias, el equipo compitió, peleó y, en medio del frío de Moscú, perdimos en la prórroga dando la cara. La experiencia, en definitiva, fue buena.
P: ¿Cuál fue la clave del éxito en esas temporadas inolvidables?
Vino mucha gente, con ganas de resarcirse, después de experiencias en clubes anteriores que no habían sido muy buenas. Además, éramos un grupo muy grande de valencianos. Había gente de la casa y futbolistas que sabían lo que querían, con compromiso y profesionalidad. No fue casualidad lo que conseguimos porque el grupo se construyó alrededor de muchos valores. Nuestra única prioridad era el bien del equipo, peleábamos todos a una y nos defendíamos los unos a los otros.
P: Salió en 2013, pero después de explotar como futbolista. Su temporada 12-13 fue más que notable.
Fue la más completa, la que más partidos jugué. Tuve mucha regularidad, me respetaron las lesiones y el equipo me acompañaba. A nivel individual fue una temporada bastante completa, con una cifra importante de goles. El equipo me ayudó a dar ese nivel.
P: ¿Cómo se produjo su salida del Levante al Sevilla?
La situación fue un poco rápida. Se dio la circunstancia de que el Sevilla necesitaba un pivote ante la venta de Kondogbia. Se empezó a hablar y se llegó al punto de dar ese paso. Es cierto que el Levante no estaba aún en las mejores condiciones económicas, lo cual un traspaso podía aliviar un poco sus cuentas y, a nivel personal, me permitía participar en competición Europa y dar un salto a un club exitoso. El beneficio fue para ambos.
P: Habiendo un pago de su cláusula, da la sensación de que no forzó para salir del Levante.
Así es. Creo que el Sevilla se comportó como un señor abonando la cláusula cuando, aprovechando que era mi último año de contrato, podía haber apretado o negociado. El Levante y yo estuvimos muy agradecidos porque no tuvimos ningún problema y ambos salimos beneficiados.
P: No obstante, una semana después de cerrar su traspaso, jugó contra el Levante, pero defendiendo los intereses del Sevilla. Sensación extraña, ¿verdad?
Sin duda. Fue a los pocos días de irme. Fue extraño porque poco antes estaba defendiendo la otra camiseta.
P: ¿Qué tal fue por el Ramón Sánchez Pizjuán?
Es una etapa que recuerdo con mucho cariño. Sevilla es muy especial por lo vivido y por la gente que he conocido. A nivel deportivo, que era lo que quería, di un paso para crecer y fue fructífero. Mereció la pena. Participamos todos los años en Europa, ganamos títulos, jugué una cifra importante de partidos en cuatro temporadas (173) y me fui dando un rendimiento y dejando dinero mediante un traspaso. Estoy satisfecho de mi etapa en Sevilla.
P: Muy pocos jugadores pueden decir que tienen tres títulos de Europa League de manera consecutiva.
Es algo que me pone muy contento. El Sevilla había sido campeón, no pasaba por su mejor momento, y lo volvimos a hacer campeón. Es algo que quedará para la historia. Haber formado parte de esas plantillas, y haber dado rendimiento… poco más se puede pedir.
P: ¿Y en el Leicester?
Fue una experiencia a nivel fútbol muy buena. Conocí una de las mejores ligas del mundo. Conocí una cultura diferente. A nivel familiar fue muy buena para todos porque empezamos a hablar otro idioma. Fue enriquecedor conocer una liga como la Premier.
P: No obstante, le tocó, desgraciadamente, vivir el fallecimiento de Vichai Srivaddhanaprabha, dueño del Leicester que murió en un accidente de helicóptero en 2018.
Fue un shock. Un golpe muy duro por lo que significaba tanto para el club como para la ciudad. Un hombre muy humilde, pese a lo que pudiera tener, pero que se involucraba mucho. Había sido campeón recientemente y había llevado al Leicester a Europa. Además, aportaba a hospitales y obras caritativas de la ciudad. Fue un golpe muy duro.
P: Y, poco después, y siendo futbolista del Villarreal, el fallecimiento de José Antonio Reyes.
Sí… Algo que no te esperas. Duro, que te viene de repente. Fue uno de los peores tragos que he podido vivir en mi carrera. A nivel futbolístico no seré yo quien lo descubra, solo hay que ver su trayectoria y los equipos en los que ha jugado. A nivel personal era un compañero con un corazón tremendo. No solo él, sino también su familia. Arropaba mucho a nuestras mujeres en los viajes por Europa y las cuidaba. Eran gente muy cercana y lo que necesitabas te lo daban. Era una alegría tenerlo en el vestuario, nos daba mucho.
P: ¿Cómo fue su etapa en el Villarreal?
Llegué en un momento complicado. El Villarreal muestra cierto interés en el verano previo, pero el Leicester no accede a que saliera. Estaban abajo en LaLiga, participando en Europa y, cuando llego, recuerdo que todo nos salía al revés. Hacíamos goles en propia, nos lanzaban un tiro y marcaban… Pero, al final, logramos sacarlo adelante. Después vinieron años buenos. Participamos en Europa y ganamos el primer título del club. En general, fue una trayectoria buena.
P: Como groguet vivió una situación similar a la de 2013 pero en 2019: se enfrentó al Levante, le ganó y, al meter a los granotas al borde del descenso con la victoria del Villarreal, rompió a llorar tras el partido.
No sé por qué de repente me vi en ese escenario. Obviamente quería ganar porque nuestra situación no era la mejor, pero fue lograr la victoria y darme cuenta de que había metido a mi equipo en una situación comprometida. No sé por qué reaccioné así, me vinieron los sentimientos de golpe.
P: En el Villarreal todo salió a pedir de boca hasta su rotura de rodilla en diciembre de 2020. Llegó en el peor momento posible.
Me rompí la rodilla en mi mejor momento, encontrándome muy bien a nivel físico y de confianza, y con el equipo jugando bien. Me recuperé relativamente rápido porque me rompí en diciembre y en mayo ya estaba entrenando con el grupo. Me pasé el verano preparando la pretemporada y la hice como uno más. Solo me faltaba sumar minutos para tener continuidad y ritmo de partido. No obstante, cogí covid y no pude participar en ningún partido de pretemporada, lo cual me restó opciones de entrar en el equipo. Y, en competición, es más complicado coger minutos. Terminé disputando una parte importante de partidos, pero un cúmulo de situaciones me hicieron no estar al mejor nivel.
P: Poco después regresó al Levante, pero, ¿tuvo la oportunidad de volver antes?
Cuando fui al Villarreal, hubo situaciones donde se habló del Levante, pero el Levante no podía asumir un traspaso, que era lo que el Leicester pedía. Ahí no me queda otra que ir al Villarreal. Pese a ello, un año más tarde, era el momento de volver por mi situación personal y por la del club. Se dieron los condicionantes para que así fuera.
P: Volvió meses después del descenso de 2022, con una expectación altísima. ¿Sintió presión ante la ilusión que despertó entre la gente?
Muchas veces tienes la suerte de jugar en el club que sientes, pero, por otra parte, lo que ocurre te afecta de mayor forma. Cualquier victoria la celebras como si fuera el fin del mundo, pero cualquier derrota la sufres mucho más. Sentía cierta responsabilidad, pero, a lo mejor, fue un error mío el haber asumido una responsabilidad que, quién sabe, no tenía por qué recaer toda en mí. Sin embargo, lo sentí así, lo viví así, y lo traté de llevar de la mejor manera.
P: Si vive al Levante así, no me quiero imaginar cómo pasó la noche del partido de vuelta de la final del playoff de ascenso contra el Alavés.
La viví como todos. Sin saber qué pensar ni qué hacer. Fue difícil conciliar el sueño y encontrar explicaciones, pero, al final, la vida sigue y había que afrontarlo.
P: Después de no conseguir el objetivo de ascender a Primera División, ¿sintió que aquel sería su último encuentro con el Levante?
No, ni mucho menos. No dependía de mí porque luego pudimos ver que no pude continuar por las normas de LaLiga, pero sentía que podía volver. Me marché con la intención de estar lo mejor preparado posible por si surgía la posibilidad y así fue.
P: No estuvo para nada de acuerdo con las normas de LaLiga.
No era una situación económica como las normas así dicen. Estaba un poco contrariado con el reglamento, pero, como no dependía de nosotros, no quedaba otra que acatarlas. Sentí muchísima rabia por tener que asumir algo que no compartía.
P: Aquel verano, el levantinismo sufrió tres duros reveses: el no ascenso, su no continuidad y la salida de Pepelu al Valencia. ¿Qué opinión tuvo sobre la marcha del canterano al eterno rival?
Cada uno tiene sus motivos. Él decidió marcharse al Valencia y ya está. La vida sigue, el Levante sigue y el Levante ha vuelto a ascender con otros jugadores. No hay nadie más importante que el Levante y así se ha demostrado. El Levante ha seguido hacia adelante pese a sufrir reveses de todo tipo.
P: Usted tuvo la oportunidad de irse al Valencia y la declinó.
Cada uno toma las decisiones como cree oportuno. No puedo entrar a valorar la decisión que él tomara porque no conozco sus razones. Yo tomé mi decisión y solo puedo hablar por mí.
P: ¿Qué es lo que puede hablar por usted? Cierto es que, en plena rumorología sobre su posible salida al Valencia, marcó en Mestalla y lo celebró con rabia.
Es cierto que se hablaba de que terminaba contrato y de que iba a ir al Valencia. Incluso gente del propio Levante dudaba de mí. Pero, al final, yo sabía el compromiso que tenía con el Levante. Es un gol en un Derbi, un gol importante, y lo celebro con ganas y con rabia por lo que significaba para el equipo. Desde el primer momento hasta el último mi compromiso con el club estuvo ahí. Más allá de esa celebración, intenté dar todo de mí pese a que alguien dudara de lo que pudiera hacer en un futuro.
P: Volviendo a la figura de Pepelu, ¿entiende que la afición se sintiera engañada?
Entiendo a la afición porque Pepelu era un referente, un jugador de la casa y valenciano. Qué mejor que él para haber sido un referente del Levante, pero es él el que toma la decisión. Hay que saber exactamente cuáles son las razones y respetarlo. Pepelu seguirá, pero el Levante también. Lo más importante es que el club ha seguido hacia adelante y ha conseguido un ascenso más allá de los jugadores que tenía en plantilla.
P: Es más, lo consiguió con usted. Poco le importó ganar la Conference League con Olympiacos para manifestar su deseo de volver al Levante.
Era lo que sentía. Quizá no fue lo más inteligente porque no sabía si el Levante iba a querer contar conmigo. A lo mejor ya me estaba cerrando otras puertas, pero era lo que quería y lo que deseaba desde el momento en el que me marché. Mi única idea estaba en empezar otra etapa con el Levante.
P: ¿Cómo vivió su última temporada como profesional?
Fue una temporada muy buena. El equipo demostró, de principio a fin, que iba creciendo y que estaba preparado para objetivos mayores de los que mucha gente pensaba. Fue una temporada épica, con muchas victorias en el último minuto, donde el equipo demostró mucho espíritu y orgullo. El guion del partido del ascenso no podía ser de otra manera: con sufrimiento e incertidumbre. Esta vez, la moneda cayó del lado bueno y pudimos conseguir ese sueño que tan importante era para nosotros. Lo conseguimos de la forma que el Levante lo tiene que hacer: con épica, incertidumbre, luchando hasta el final y levantándonos de los golpes.
P: Se levantó, incluso, de una dana. Se viralizó una foto suya yendo a ayudar a los afectados, dando un ejemplo increíble al levantinismo y a toda la sociedad.
La foto me la hacen de espaldas. Me pongo una gorra para que no se me conozca, por lo que no lo hago por la foto, ni mucho menos. Hice lo que todo el mundo hizo. No me podía quedar en casa de brazos cruzados. Y, de alguna forma, quería que fuera una experiencia para mis hijos. Una experiencia de vida en la que aprendiesen que hay que ayudar cuando los otros lo necesitan.
P: ¿Sintió menos carga emocional en la temporada 24/25 que en la de su primer regreso?
Es cierto que la temporada llevó a que no tuviera tanta carga. El equipo fue bien desde el principio y, en mi primer regreso, empezamos muy abajo y tuvimos que remar a contracorriente. Las cosas no fueron fáciles y la obligación era mayor. Ahora, quizás, el favoritismo y la obligación no fue tanta, pero el equipo se posicionó muy bien desde el principio. Se pudo conseguir y, pese a vivir momentos difíciles, acabamos de la mejor forma.
P: Finalizada su trayectoria como futbolista profesional, ¿le quedó algún sueño por cumplir?
Estoy contento, pero sí es cierto que tengo la espina de no haber sido internacional. Sin embargo, te pones a pensar en el nivel de jugadores que hay en España, y de la dificultad que tiene, y no creo que me pueda reprochar nada. Pero sí que me hubiera hecho ilusión representar a mi país.
P: Viendo sus temporadas en el Sevilla, no se quedaría lejos de serlo.
Fueron temporadas, tanto a nivel colectivo como individual, muy buenas y con buenos números. Creo que estuve cerca de ir. Desde el Sevilla me transmitieron que estaba en alguna prelista, pero al final no se dio. Hay que valorar lo que hicimos, el nivel que había en la Selección y que no era nada fácil.
P: Ahora no solo continúa en el Levante, sino que lo hace junto a su fiel amigo Héctor Rodas. Debe ser emocionante seguir compartiendo momentos con él.
La historia con Héctor Rodas empieza mucho antes de yo llegar al Levante. Y, sinceramente, pienso que es bastante bonita. En fútbol 7, en un torneo en Torrent siendo alevines, estaba el Levante y el Don Bosco. Y ahí, él en el Levante y yo en el Don Bosco, pasamos días juntos e hicimos relación. Se da la circunstancia de que hay una semifinal Don Bosco-Valencia CF y él, siendo del Levante, anima al Don Bosco. Marqué gol y me nació dedicárselo. Nos empezamos a conocer con 10 años y, en infantiles, nos enfrentamos y la primera roja que le sacan es por darme un ‘palo’ a mí (ríe). Y, a partir de los 15 años, empezamos a ser compañeros. Fue el que mejor me arropó, tanto él como su familia. El que mejor me transmitió los valores del Levante y, desde entonces, empezamos una etapa personal y deportiva que nos lleva a cumplir sueños juntos y a debutar en el primer equipo. Después separamos nuestros caminos, pero la relación va más allá. Él es padrino de uno de mis hijos y yo lo soy de su hija. Es una relación muy bonita. Cierto es que siempre hemos hablado de hacer un tándem en el banquillo, pero Héctor se ha decantado por los despachos. Me alegro de todo lo bueno que le pase y de lo que está haciendo. De que, pese a la dificultad, haya formado esta plantilla. Estoy muy orgulloso de lo que está haciendo en el club y le deseo lo mejor. Ojalá junto al Levante.
P: ¿Está contento con la plantilla que le ha confeccionado?
Creo que ha confeccionado una buena plantilla y pienso que ha confeccionado la mejor plantilla dentro de las circunstancias que rodean al club. Lo conozco y sé la formación y las ganas que tiene. Sé que nadie mirará por el club mejor que él. Conozco tanto sus ideas de presente como de futuro, por lo que creo que puede tener una buena etapa en el Levante.
P: Volviendo al presente, ¿qué espera de su nueva etapa en los banquillos?
No sé lo que me quedará, si más o menos. Estoy aprovechando este tiempo para aprender, empaparme y formarme. Dios dirá lo que pasará en un futuro. ¿Mi sueño ideal? Me gustaría estar mucho tiempo en el Levante. Querrá decir que al Levante le va bien. Obviamente es muy complicado, pero ahora es una etapa para disfrutar del Levante, formarme, aprender y ver si, en un futuro, puedo valer para estar en los banquillos.
P: No ha tenido malos maestros: Luis García, José Luis Mendilibar, Unai Emery…
He tenido el privilegio de aprender diariamente de muy buenos entrenadores. Siempre ha tratado de quedarme con cosas buenas. Gracias a Dios tengo buena relación con ellos y tenerlos como maestros me ha servido de mucho.
P: ¿Y con Julián Calero?
Igual que el resto. He aprendido muchas cosas. Cada uno tiene lo suyo. A Calero le estoy muy agradecido por acogerme en su equipo de trabajo, de estar donde estoy, de estar aprendiendo de su cuerpo técnico y, sobre todo, de permitirme seguir ligado al club.
P: Todo, sin olvidarse de su hija Alma, quien, lamentablemente, falleció en diciembre de 2011 a los pocos días de nacer. Es emocionante cómo aún se acuerda de ella tal y como reflejó, encogiéndonos a todos el corazón, durante la rueda de prensa de su despedida.
Alma me acompañó, me acompaña y me acompañará. Creo que me enseñó mucho pese a no haberla podido conocer o vivir. Me enseñó mis primeros pasos como padre y eso, de cara al futuro, fue importante para mí. Ya no solo para mí, sino también para mi familia. Mis hijos saben que han tenido una hermana previamente. Es una historia bonita que, en su momento, fue dura y difícil, pero tenemos una estrella bien bonita que nos acompaña y nos ilumina allá donde vamos. Ella nació un día en el que nosotros jugábamos en el Camp Nou. Lo que viví y lo que me arropó tanto la afición como el club durante esos días está muy marcado para mí. La mejor forma de recordarla, y de agradecer todo el apoyo recibido, era sentirla cerca cada vez que pisaba el Ciutat esparciendo sus cenizas sobre el césped.
Via: Super sport
